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Friday, September 11, 2009

La Soberanía de Jehová:


¿Apoya usted la soberanía de Jehová?
“Digan entre las naciones: ‘Jehová mismo ha llegado a ser rey’.” (SALMO 96:10.)
EN OCTUBRE del año 29 de nuestra era se produjo un suceso único en la historia. Fue tan importante que aparece en los cuatro Evangelios. Mateo lo relata así: “Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron, y [Juan el Bautista] vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre [Jesús]. ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado’” (Mateo 3:16, 17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21, 22; Juan 1:32-34).
2 Cuando Jesús recibió visiblemente el espíritu santo, quedó claro que él era el Ungido, es decir, el Mesías o Cristo (Juan 1:33). ¡Por fin había aparecido la “descendencia” prometida! Allí, ante Juan el Bautista, estaba la persona que recibiría la magulladura de Satanás en el talón y que, a su vez, magullaría la cabeza del principal enemigo de Jehová y su soberanía (Génesis 3:15). A partir de entonces, Jesús no tuvo ninguna duda de cuál sería su misión: cumplir el propósito de Jehová con respecto a la soberanía y al Reino de Dios.
3 A fin de prepararse para su misión, “Jesús, lleno de espíritu santo, se apartó del Jordán, y el espíritu lo condujo por aquí y por allá en el desierto” (Lucas 4:1; Marcos 1:12). Durante los cuarenta días que pasó a solas, pudo reflexionar profundamente en el desafío del Diablo a la soberanía de Jehová y en lo que él tendría que hacer para defenderla. Aquel desafío implica a todas las criaturas inteligentes, tanto las del cielo como las de la Tierra. Así que nos conviene examinar la fiel trayectoria de Jesús y pensar en lo que debemos hacer nosotros para apoyar y defender la soberanía de Jehová (Job 1:6-12; 2:2-6).
Frente a frente con la cuestión de la soberanía
4 Como era de esperar, estos sucesos no le pasaron inadvertidos a Satanás, quien sin pensarlo dos veces atacó a la “descendencia” principal de la “mujer” de Dios (Génesis 3:15). Satanás presentó ante Jesús tres tentaciones incitándolo a dejar a un lado la voluntad de su Padre y a hacer lo que le resultara más conveniente. La tercera, en particular, puso a Jesús frente a frente con la cuestión de la soberanía. Tras mostrarle “todos los reinos del mundo y su gloria”, el Diablo le dijo con descaro: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”. Jesús sabía que el Diablo tenía pleno control sobre “todos los reinos del mundo”. Pero rechazó su oferta y así dejó claro de qué lado estaba en la cuestión de la soberanía. “¡Vete, Satanás! —le dijo—. Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’.” (Mateo 4:8-10.)
5 Para Jesús, lo más importante era defender la soberanía de Jehová, y lo demostró en cada momento de su vida. Él sabía perfectamente que para demostrar que Dios tenía el derecho a ser el Soberano, debía mantenerse fiel hasta la muerte, o como decía la profecía, hasta que Satanás magullara el talón de la “descendencia” de la mujer (Mateo 16:21; 17:12). También tenía que dar a conocer que el Reino de Dios sería el instrumento con el que Jehová sometería al rebelde Satanás y restauraría la paz y el orden en toda la creación (Mateo 6:9, 10). ¿Cómo cumpliría Jesús esa difícil misión?
“El reino de Dios se ha acercado”
6 Para cumplir con su comisión, “Jesús entró en Galilea, predicando las buenas nuevas de Dios y diciendo: ‘El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado’” (Marcos 1:14, 15). Él mismo dijo después: “Tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:18-21, 43). Y así lo hizo: viajó por todo Israel “predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios” (Lucas 8:1). También hizo muchos milagros: alimentó a multitudes, controló las fuerzas de la naturaleza, sanó a enfermos y hasta levantó a muertos. De esta manera, Jesús demostró que Dios puede anular todo el daño y el sufrimiento que ha causado la rebelión de Edén y así “desbaratar las obras del Diablo” (1 Juan 3:8).
7 Para que las buenas nuevas del Reino llegaran al mayor número de personas, Jesús preparó a un grupo de discípulos fieles. Primero eligió a sus doce apóstoles y “los envió a predicar el reino de Dios” (Lucas 9:1, 2). Posteriormente envió a 70 discípulos más con el mensaje: “El reino de Dios se ha acercado a ustedes” (Lucas 10:1, 8, 9). Cuando regresaron y le contaron a Jesús lo bien que les había ido, él les respondió: “Contemplaba yo a Satanás ya caído como un relámpago del cielo” (Lucas 10:17, 18).
8 Jesús trabajó a favor del Reino sin parar, día y noche. Incluso estuvo dispuesto a renunciar a muchas comodidades propias de la vida diaria. “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen donde posarse —declaró—, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.” (Lucas 9:58; Marcos 6:31; Juan 4:31-34.) Además, no desperdició ninguna oportunidad. Por ejemplo, poco antes de morir, Jesús le dijo con valor a Poncio Pilato: “Para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad” (Juan 18:37). Por su manera de vivir, Jesús dejó claro que no vino a la Tierra únicamente para ser un gran maestro, hacer milagros o dar su vida por nosotros. Su principal objetivo fue apoyar la soberanía de Jehová y dar a conocer que Dios efectuaría su voluntad mediante el Reino (Juan 14:6).
“¡Se ha realizado!”
9 El trabajo de Jesús a favor del Reino no le agradó nada a su adversario, Satanás. Valiéndose de la parte terrestre de su “descendencia” —tanto política como religiosa—, el Diablo trató una y otra vez de silenciar a la “descendencia” de la mujer de Dios. Desde que nació hasta que murió, Jesús estuvo en el punto de mira de Satanás y sus secuaces. Finalmente, en la primavera del año 33 llegó el momento de permitir que el Adversario magullara en el talón al Hijo del hombre (Mateo 20:18, 19; Lucas 18:31-33). Los Evangelios relatan con claridad cómo Satanás manipuló a la gente —Judas Iscariote, los sacerdotes principales, los escribas, los fariseos y los romanos, entre otros— para que se condenara a Jesús y se le sometiera a una muerte horrible en un madero de tormento (Hechos 2:22, 23).
10 ¿Qué nos viene a la mente cuando recordamos la lenta y dolorosa muerte de Jesús? Tal vez que él estuvo dispuesto a dar su vida en sacrificio por la humanidad pecadora (Mateo 20:28; Juan 15:13). Puede que también nos llene de admiración el gran amor que demostró Jehová al hacer posible ese sacrificio (Juan 3:16). O es probable que, como aquel oficial del ejército romano, nosotros también digamos: “Ciertamente este era Hijo de Dios” (Mateo 27:54). Sin duda, todas estas conclusiones son acertadas. Pero recordemos las últimas palabras que pronunció Jesús: “¡Se ha realizado!” (Juan 19:30). ¿Qué se había realizado? Es cierto que Jesús realizó muchas cosas durante su vida, y que su muerte también logró mucho. Pero ¿verdad que vino a la Tierra principalmente para zanjar la cuestión de la soberanía de Jehová? ¿Y no es cierto que, según la Biblia, la “descendencia” sufriría una prueba de fuego a manos del Diablo a fin de limpiar el nombre de Jehová? (Isaías 53:3-7.) Pues bien, Jesús cumplió perfectamente con esa importantísima misión. ¡Qué gran victoria!
11 Por su fidelidad y lealtad, Jesús fue resucitado, no como ser humano, sino como “espíritu dador de vida” (1 Corintios 15:45; 1 Pedro 3:18). Jehová le dijo a su Hijo glorificado: “Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies” (Salmo 110:1). Estos “enemigos” son Satanás —el cabecilla de la rebelión— y todos los que componen su “descendencia”. Como Rey del Reino mesiánico de Jehová, Jesucristo dirigirá la destrucción de todos los rebeldes del cielo y de la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 12:7-9; 19:11-16; 20:1-3, 10). Entonces se cumplirá totalmente la profecía de Génesis 3:15, así como estas palabras de la oración modelo de Jesús: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10; Filipenses 2:8-11).
Un modelo digno de imitar
12 Hoy día, como predijo Jesús, las buenas nuevas del Reino se están predicando en muchos países (Mateo 24:14). Como resultado, millones de personas han dedicado su vida a Dios. Todas ellas están encantadas con las bendiciones que traerá el Reino. De hecho, están deseando vivir para siempre en paz y seguridad en una Tierra hecha un paraíso, y por eso disfrutan de hablar de su esperanza con la gente (Salmo 37:11; 2 Pedro 3:13). ¿Es usted uno de estos evangelizadores? Si así es, ha tomado una excelente decisión. Ahora bien, hay algo en lo que todos debemos pensar.
13 El apóstol Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21). ¿No le parece interesante que aquí Pedro resalte los sufrimientos de Jesús, y no el entusiasmo con el que predicaba ni su gran habilidad como maestro? El apóstol sabía de lo que hablaba, pues fue testigo ocular del sufrimiento que Cristo estuvo dispuesto a soportar a fin de someterse a la soberanía de Jehová y demostrar que Satanás es un mentiroso. Y nosotros, ¿cómo podemos seguir los pasos de Jesús? Preguntémonos: “¿Cuánto estoy dispuesto a sufrir para apoyar la soberanía de Jehová? ¿Demuestran mi vida y mi ministerio que para mí lo más importante es defender la soberanía divina?” (Colosenses 3:17).
14 A diario nos enfrentamos a todo tipo de pruebas y decisiones. ¿Cómo deberíamos reaccionar en cada caso? Por ejemplo, ¿qué haremos si nos vemos tentados a hacer algo que pudiera amenazar nuestra integridad cristiana? Pues bien, ¿qué le dijo Jesús a Pedro cuando este le sugirió que fuera bondadoso consigo mismo? “¡Ponte detrás de mí, Satanás!”, exclamó Jesús. Y añadió: “Porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres” (Mateo 16:21-23). Y cuando surge la posibilidad de progresar en nuestra profesión o elevar nuestro nivel económico a costa del bienestar espiritual, ¿reaccionamos como lo hizo Jesús? Cuando él se dio cuenta de que algunos que habían visto sus milagros “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, se alejó rápidamente de ellos (Juan 6:15).
15 ¿Por qué reaccionó Jesús con tanta determinación en estas y en otras ocasiones? Porque se daba perfecta cuenta de que había algo más importante que su seguridad o su conveniencia. Por encima de todo, quería hacer la voluntad de su Padre y apoyar la soberanía divina (Mateo 26:50-54). ¿Y eso qué nos enseña? Que nosotros también debemos tener siempre presente la cuestión de la soberanía, porque de lo contrario podríamos fallarle a Jehová. Fácilmente podríamos caer en las trampas de Satanás, un especialista en despertar el deseo por lo prohibido, como quedó demostrado en el caso de Eva (2 Corintios 11:14; 1 Timoteo 2:14).
16 En el ministerio tratamos de mostrar a las personas la solución que dan las Escrituras a sus problemas, y sin duda esta es una buena manera de despertar su interés en el estudio de la Biblia. Sin embargo, nuestro objetivo no es únicamente que la gente llegue a conocer el mensaje bíblico o las bendiciones del Reino de Dios. Ante todo, queremos que comprendan la cuestión de la soberanía de Jehová. ¿Están dispuestos a ser cristianos verdaderos, a tomar su “madero de tormento” y sufrir por causa del Reino? (Marcos 8:34.) ¿Están listos para unirse a los que apoyan la soberanía de Jehová y demostrar así que Satanás es un mentiroso? (Proverbios 27:11.) ¡Qué gran privilegio tenemos! No solo podemos apoyar la soberanía divina, sino que también podemos ayudar a otros a hacer lo mismo (1 Timoteo 4:16).
El día en que Dios sea “todas las cosas para con todos”
17 Sigamos esforzándonos por demostrar con nuestra conducta y nuestro ministerio que apoyamos la soberanía de Jehová. Así podremos esperar con confianza el día en que Jesucristo entregue “el reino a su Dios y Padre”. ¿Cuándo será eso? El apóstol Pablo explica: “Cuando haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies [...;] entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos” (1 Corintios 15:24, 25, 28).
18 El día en que Jehová sea “todas las cosas para con todos” será un momento realmente glorioso. El Reino habrá logrado su objetivo. Todos los enemigos de la soberanía de Jehová habrán sido eliminados, y el universo habrá recuperado la paz y el orden. Como escribió el salmista, la creación entera cantará: “Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su nombre [...]. Digan entre las naciones: ‘Jehová mismo ha llegado a ser rey’” (Salmo 96:8, 10).
¿Sabe la respuesta?
• ¿De qué manera demostró Jesús que la soberanía de Dios era lo más importante para él?
• Ante todo, ¿qué logró Jesús con su ministerio y su muerte?
• ¿Cómo podemos demostrar que, como Jesús, apoyamos la soberanía de Jehová?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Qué importante suceso se produjo en el año 29? b) ¿Qué implicaciones tuvo aquel suceso en la vida de Jesús?
3. ¿Cómo se preparó Jesús para cumplir con su misión y apoyar la soberanía de Jehová?
4. ¿Qué tentación de Satanás puso a Jesús frente a frente con la cuestión de la soberanía?
5. ¿Qué difícil misión tenía Jesús por delante?
6. ¿Cómo dio a conocer Jesús que el Reino es el medio que Dios usará para “desbaratar las obras del Diablo”?
7. ¿Para qué obra preparó Jesús a sus discípulos? ¿Y cómo les fue?
8. ¿Qué dejó claro Jesús por su manera de vivir?
9. ¿Cómo logró Satanás magullar el talón de la “descendencia” de la mujer de Dios?
10. ¿Qué gran victoria logró Jesús al morir en el madero?
11. ¿Qué hará Jesús para cumplir totalmente la profecía de Génesis 3:15?
12, 13. a) ¿Qué acogida han tenido las buenas nuevas del Reino? b) ¿Qué deberíamos preguntarnos los que deseamos seguir los pasos de Cristo?
14, 15. a) ¿Cómo reaccionó Jesús cuando le hicieron sugerencias u ofertas contrarias a la voluntad de Dios, y por qué reaccionó así? b) ¿Qué cuestión debemos tener siempre presente? (Incluya comentarios del recuadro “Se pusieron del lado de Jehová”.)
16. ¿Cuál debería ser nuestro principal objetivo en el ministerio?
17, 18. ¿Qué momento glorioso podemos esperar si apoyamos la soberanía de Jehová?
[Ilustraciones y recuadro de la página 29]
Se pusieron del lado de Jehová
Como saben muchos hermanos de Corea y de otros países, cuando nos vemos cara a cara con pruebas difíciles, es importante comprender bien por qué sufrimos.
Un testigo de Jehová encarcelado por el régimen soviético dijo: “Lo que nos ayudó a aguantar fue entender con claridad la cuestión que se planteó en el jardín de Edén [...]: la del derecho de Dios a gobernar. Sabíamos que teníamos la oportunidad de ponernos de parte de la gobernación de Jehová. [...] [Eso] nos hizo fuertes y nos ayudó a mantenernos íntegros”.
Otro hermano explicó cómo lograron aguantar él y los demás Testigos que estaban en un campo de trabajos forzados. “Jehová nunca nos abandonó —relató—. A pesar de las condiciones difíciles, estábamos espiritualmente despiertos. Nos animábamos recordándonos unos a otros que estábamos del lado de Jehová en la cuestión de la soberanía universal.”
[Ilustración de la página 26]
¿Cómo apoyó Jesús la soberanía de Jehová cuando Satanás lo tentó?
[Ilustración de la página 28]
¿Qué logró la muerte de Jesús?.

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