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Friday, September 04, 2009

Jehová escucha nuestras súplicas:


Jehová escucha nuestras súplicas
“Los ojos de Jehová están hacia los justos, y sus oídos están hacia su clamor por ayuda.” (SAL. 34:15.)
¿ESTÁ usted atravesando alguna situación angustiosa? Si así es, puede estar seguro de que no es el único. Millones de personas tienen que enfrentar a diario terribles presiones en este mundo perverso. Para algunas de ellas, el sufrimiento es casi insoportable. Se sienten tal como el salmista David, quien escribió: “Me he entumecido y he quedado aplastado hasta grado extremo; he rugido por causa del gemido de mi corazón. Mi propio corazón ha palpitado pesadamente, me ha dejado mi poder, y la luz de mis propios ojos tampoco está conmigo” (Sal. 38:8, 10).
2 A los cristianos no nos sorprende el que haya tantas aflicciones hoy día, pues comprendemos que la predicha señal de la presencia de Jesús incluye “dolores de angustia” (Mar. 13:8; Mat. 24:3). El término griego que se traduce “dolores de angustia” se emplea para referirse al intenso dolor que la mujer experimenta durante el parto. Esta imagen describe a la perfección la magnitud del sufrimiento que padece la humanidad en estos tiempos “críticos, difíciles de manejar [o “fieros”]” (2 Tim. 3:1, nota).
Jehová comprende nuestra angustia
3 Los siervos de Jehová sabemos muy bien que no somos inmunes a los problemas actuales y que estos sin duda seguirán empeorando. Pero además de sufrir como lo hace la humanidad en general, nosotros tenemos un “adversario, el Diablo”, quien está empeñado en acabar con nuestra fe (1 Ped. 5:8). Fácilmente podríamos llegar a identificarnos con estas palabras de David: “El oprobio mismo ha quebrantado mi corazón, y la herida es incurable. Y seguí esperando que alguien se condoliera, pero no hubo nadie; y consoladores, pero no hallé ninguno” (Sal. 69:20).
4 ¿Quiso decir David con estas palabras que había perdido toda esperanza? De ninguna manera. Observemos lo que dijo más adelante en el mismo salmo: “Jehová está escuchando a los pobres, y realmente no desprecia a sus propios prisioneros [o “los suyos que son prisioneros”]” (Sal. 69:33, nota). Hay ocasiones en las que podríamos sentirnos prisioneros, por decirlo así, de nuestras angustias y aflicciones. Tal vez creamos, y con razón, que los demás no entienden lo que estamos pasando. Pero al igual que a David, nos será de gran consuelo saber que Jehová comprende a la perfección nuestra angustia (Sal. 34:15).
5 Salomón, el hijo de David, destacó este hecho durante la dedicación del templo de Jerusalén (léase 2 Crónicas 6:29-31). Le rogó a Jehová que oyera la oración de las personas sinceras que se dirigieran a él para darle a conocer “su propia plaga y su propio dolor”. ¿Cómo reaccionaría Dios ante estas oraciones? Salomón estaba seguro de que no solo oiría las súplicas de los afligidos, sino que también las contestaría. ¿Por qué? Porque Jehová de verdad conoce lo que hay en “el corazón de los hijos de la humanidad”.
6 Así mismo, nosotros podemos acercarnos a Jehová en oración para hablarle de “[nuestra] propia plaga y [nuestro] propio dolor”, de todo lo que nos causa aflicción. Y nos consuela saber que él nos entiende y que se preocupa por nosotros. El apóstol Pedro lo confirmó con estas palabras: “[Echen] sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes” (1 Ped. 5:7). Así es, a Jehová le importa lo que nos pasa. Jesús resaltó así la ternura con la que su Padre nos cuida: “¿No se venden dos gorriones por una moneda de poco valor? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su Padre. Mas los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. Por lo tanto, no tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones” (Mat. 10:29-31).
Podemos contar con la ayuda de Jehová
7 Tengamos la seguridad de que Jehová puede y quiere ayudarnos, sea cual sea el problema que atravesemos. “Dios es para nosotros refugio y fuerza, una ayuda que puede hallarse prontamente durante angustias.” (Sal. 34:15-18; 46:1.) ¿Cómo nos ayuda él? Veamos lo que dice 1 Corintios 10:13: “Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla”. Puede ser que Jehová decida eliminar el problema que nos agobia. O quizás decida, más bien, darnos las fuerzas para aguantarlo. Pero tanto en un caso como en el otro, podemos contar con su ayuda.
8 ¿Qué hemos de hacer para recibir la ayuda divina? Recordemos que Pedro nos aconseja que ‘echemos sobre Jehová toda nuestra inquietud’. Esto significa dejar que él se encargue de nuestros problemas, es decir, procurar no inquietarnos más por ellos y esperar con paciencia que Dios satisfaga nuestras necesidades (Mat. 6:25-32). También significa confiar en él y no en nuestras propias fuerzas o conocimientos. Claro, para ello se necesita humildad. Al humillarnos “bajo la poderosa mano de Dios”, reconocemos la posición inferior que ocupamos (léase 1 Pedro 5:6). Y esto, a su vez, nos hace más fácil sobrellevar todo lo que Jehová permite que nos ocurra. Aunque nos gustaría que nuestros problemas se solucionaran de inmediato, confiamos en que él sabrá precisamente cuándo y cómo ayudarnos (Sal. 54:7; Isa. 41:10).
9 Pensemos en las palabras de David registradas en Salmo 55:22: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo”. David compuso este salmo en momentos de gran angustia (Sal. 55:4). Parece que fue cuando su hijo Absalón conspiró contra él y le arrebató el trono. Además, su consejero más allegado, Ahitofel, se unió a la conspiración. Para evitar que lo mataran, el rey tuvo que huir de Jerusalén (2 Sam. 15:12-14). A pesar de esta terrible situación, David siguió confiando en Jehová, y no quedó defraudado.
10 Al igual que David, nosotros debemos orar a Jehová para hacerle saber cualquier problema que nos aflija. Veamos la invitación que nos hace el apóstol Pablo (léase Filipenses 4:6, 7). ¿Qué resultado obtendremos si oramos fervientemente? “La paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará [nuestros] corazones y [nuestras] facultades mentales mediante Cristo Jesús.”
11 ¿Cambiará nuestra situación si oramos? Tal vez sí, aunque debemos entender que Jehová no siempre contesta las oraciones de la forma en que quisiéramos. Con todo, la oración impedirá que perdamos el equilibrio y que la aflicción termine por abrumarnos. “La paz de Dios” nos dará estabilidad y protegerá nuestra mente y corazón cuando nos asalte la angustia, tal como una tropa de soldados protege a una ciudad de los invasores. Dicha paz nos ayudará a sobreponernos a nuestros temores, dudas y pensamientos negativos y evitará que actuemos de manera precipitada o imprudente (Sal. 145:18).
12 ¿Es posible tener paz interior cuando nos acosan los problemas? Veamos un ejemplo que ilustra nuestra situación. Un empleado trabaja bajo las órdenes de un supervisor que lo trata muy mal. En cierta ocasión, al empleado se le presenta la oportunidad de hablar del asunto con el dueño de la empresa, quien es un hombre considerado y razonable. El dueño le asegura que entiende cómo se siente y le informa que ese supervisor pronto será destituido de su cargo. ¿Cómo reaccionará el empleado? Al ver que el dueño lo comprende y que la situación está a punto de cambiar, se resuelve a seguir adelante, aunque tenga que aguantar algunas dificultades por un poco más de tiempo. Pues bien, nosotros sabemos que Jehová entiende lo que estamos pasando. Además, él nos asegura que pronto “el gobernante de este mundo será echado fuera” (Juan 12:31). ¡Qué reconfortados nos sentimos!
13 ¿Quiere decir eso que es suficiente con darle a conocer nuestros problemas a Jehová? No; debemos hacer algo más. Después de orar, tenemos que actuar en conformidad con lo que pedimos. Cuando el rey Saúl envió hombres a la casa de David para matarlo, este oró así: “Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío; contra los que se levantan contra mí quieras protegerme. Líbrame de los practicantes de lo que es perjudicial, y de hombres culpables de sangre sálvame” (Sal. 59:1, 2). Pero además de orar, David escuchó a su esposa y huyó (1 Sam. 19:11, 12). Nosotros también podemos pedir que se nos dé sabiduría para comprender cómo podemos afrontar nuestra situación e incluso hacer que mejore (Sant. 1:5).
¿Cómo podemos obtener las fuerzas para aguantar?
14 Puede ser que las adversidades no terminen de inmediato, que duren bastante tiempo. Si así sucede, ¿qué puede ayudarnos a aguantar? En primer lugar, recordemos que servir a Jehová fielmente a pesar de las dificultades es una prueba de que lo amamos (Hech. 14:22). No olvidemos que Satanás acusó a Job ante Dios de este modo: “¡[...] Si Job te obedece, es por puro interés! Tú siempre lo proteges a él y a su familia; cuidas todo lo que tiene, y bendices lo que hace. ¡Sus vacas y ovejas llenan la región! Pero yo te aseguro que si lo maltratas y le quitas todo lo que tiene, ¡te maldecirá en tu propia cara!” (Job 1:9-11, Traducción en lenguaje actual). Sin embargo, Job se mantuvo íntegro y así demostró que dicha acusación era falsa. Si nosotros aguantamos las adversidades, también demostramos que Satanás es un vil mentiroso. Además, cuando aguantamos, nuestra confianza en Jehová y nuestra esperanza se fortalecen (Sant. 1:4).
15 En segundo lugar, tengamos presente que “las mismas cosas en cuanto a sufrimientos van realizándose en toda la asociación de [nuestros] hermanos en el mundo” (1 Ped. 5:9). Así es, “ninguna tentación [nos] ha tomado [...] salvo lo que es común a los hombres” (1 Cor. 10:13). Por eso, en vez de concentrarnos en los problemas, reflexionemos en el ejemplo de otros hermanos. Así obtendremos el valor y las fuerzas que necesitamos (1 Tes. 1:5-7; Heb. 12:1). ¿Conocemos a alguien que haya aguantado fielmente a pesar de sufrir penalidades? Pensemos en qué podemos aprender de su ejemplo. ¿Hemos buscado en las publicaciones biografías de hermanos que hayan pasado por algún problema similar al nuestro? Su lectura puede fortalecernos mucho.
16 La tercera ayuda para aguantar las pruebas es recordar que Jehová es “el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación, para que nosotros podamos consolar a los que se hallan en cualquier clase de tribulación mediante el consuelo con que nosotros mismos estamos siendo consolados por Dios” (2 Cor. 1:3, 4). En efecto, Jehová está a nuestro lado para animarnos y fortalecernos, no solo durante las dificultades del momento, sino continuamente, durante “toda nuestra tribulación”. Y esto nos permite a nosotros consolar a los demás “en cualquier clase de tribulación”. El escritor de estas palabras, Pablo, lo sabía por experiencia propia (2 Cor. 4:8, 9; 11:23-27).
17 En cuarto lugar, contamos con la Palabra de Dios, la Biblia, la cual es “provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17). La Palabra de Dios le permite al cristiano lidiar con las preocupaciones de la vida, pues no solo lo convierte en alguien “competente”, “equipado para toda buena obra”, sino en alguien “enteramente competente” y “completamente equipado”. El significado literal del término griego que se traduce por “completamente equipado” es “aprovisionado por completo” o “preparado y a punto”. En la antigüedad, dicha palabra podía utilizarse para referirse a un barco que se equipaba con todo lo necesario para un viaje o a una máquina que estaba lista para efectuar la tarea para la que había sido concebida. De igual modo, Jehová nos suministra mediante su Palabra lo necesario para enfrentar todo lo que se atraviese en nuestro camino. Por eso podemos decir: “Si Dios lo permite, podré soportarlo con su ayuda”.
Liberación de todas nuestras angustias
18 La quinta ayuda es esta: nunca olvidemos la maravillosa promesa de Jehová de librar pronto a la humanidad de todas sus angustias (Sal. 34:19; 37:9-11; 2 Ped. 2:9). Pero no solo nos librará de las dificultades presentes, sino que nos dará la oportunidad de vivir para siempre, ya sea en los cielos con Jesucristo o en el Paraíso terrestre.
19 ¡Cuánto anhelamos que llegue el día en que ya no existan las terribles condiciones de este mundo malvado! (Sal. 55:6-8.) Hasta entonces, tenemos que seguir aguantando. Aguantemos fielmente y de este modo demostraremos que Satanás es un mentiroso. Oremos sin cesar y reflexionemos en el ejemplo de hermanos que están pasando por dificultades parecidas a las nuestras, pues así obtendremos las fuerzas necesarias. Estudiemos la Palabra de Dios a fin de ser enteramente competentes y estar completamente equipados. Y nunca dejemos de confiar en que “el Dios de todo consuelo” nos cuidará con ternura. Recordémoslo siempre: “Los ojos de Jehová están hacia los justos, y sus oídos están hacia su clamor por ayuda” (Sal. 34:15).
¿Sabe la respuesta?
• ¿Cómo se sintió David cuando enfrentó situaciones difíciles?
• ¿De qué estaba seguro el rey Salomón?
• ¿Qué nos ayudará a sobrellevar lo que Jehová permita que suceda?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Cómo se sienten muchísimas personas hoy día? b) ¿Por qué no nos sorprende la situación actual?
3. ¿Qué saben muy bien los siervos de Dios?
4. ¿Qué nos servirá de consuelo cuando nos sintamos angustiados?
5. ¿De qué estaba seguro el rey Salomón?
6. ¿Cómo podemos hacer frente a las inquietudes, y por qué?
7. ¿Con qué ayuda podemos contar?
8. ¿Qué hemos de hacer para recibir la ayuda divina?
9. ¿Cuál fue la carga que David arrojó sobre Jehová?
10. ¿Qué debemos hacer cuando enfrentemos problemas?
11. ¿Cómo protege “la paz de Dios” la mente y el corazón?
12. Ponga un ejemplo que ilustre cómo podemos tener paz interior.
13. Además de orar, ¿qué debemos hacer?
14. ¿Qué puede ayudarnos a aguantar frente a las adversidades?
15. ¿Los ejemplos de quiénes pueden fortalecernos?
16. ¿Cómo nos fortalece Dios cuando atravesamos tribulaciones?
17. ¿Cómo puede ayudarnos la Biblia a afrontar los problemas de la vida?
18. ¿En qué debemos concentrarnos para aguantar fielmente?
19. ¿Qué debemos hacer para aguantar fielmente?
[Ilustración de la página 13]
Salomón estaba seguro de que Jehová ayudaría a sus siervos que estuvieran sufriendo
[Ilustración de la página 15]
Además de orar a Jehová y arrojar su carga sobre él, David actuó en conformidad con su oración

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