Por: Diana Margarita Cantón Martínez.
Jehová nos da la libertad de decidir si queremos o no llevar una vida de integridad. Afortunadamente, quienes decidimos hacerlo podemos contar con su ayuda. El nos enseña a serle fieles y nos da generosamente su espíritu santo para que podamos poner en práctica lo que aprendemos.Además, protege espiritualmente a todos los que nos estamos esforzando por andar en el camino de la integridad.
Debemos obedecer a Dios cuando estamos a solas, cuando estamos con personas que no comparten nuestra fe y cuando tratamos con personas del sexo opuesto. Sabemos que la Biblia prohibe la fornicación. No obstante, uno podría adoptar una actitud permisiva. Por ejemplo, hay personas que han masturbado a su pareja o han practicado sexo oral y han llegado a decir que esos actos no son tan malos porque, según ellos, técnicamente no están teniendo relaciones sexuales(entienden por ellas penetración). Pero lo que olvidan- o prefieren olvidar- es que el término que la Biblia usa para referirse a la fornicación incluye todos esos actos pecaminosos, y que un cristiano podría ser expulsado por practicar cualquiera de ellos. Esto podría ser aplicable al sexo anal. Y lo peor, esas personas están actuando con deslealtad. Quienes desean ser íntegros no se ponen a buscar lagunas en las leyes divinas. Tampoco intentan acercarse lo más posible al pecado sin caer en él. No piensan solo en las medidas disciplinarias que podrían recibir, sino en el hecho de que sus actos pueden desagradar a Jehová y herir sus sentimientos. En lugar de acercarse lo más posible al pecado, se mantienen alejados de lo malo y huyen de la fornicación, como se expresa en primera de Corintios 6:18. Eso es lo que significa la verdadera integridad.
Desde luego podemos empezar a ser íntegros un día cuando tengamos conocimiento y fe en Jehová y su Palabra, y dejar de serlo otro día también si perdemos la fe, nos dejamos vencer por el mundo...y también podemos recuperarnos después de cometer un pecado grave y volver a ser íntegros. Ese fue el caso del Rey David a quien Jehová perdonó finalmente. El se fijó en una mujer casada a quien deseó primero en su corazón al verla bañándose desde lejos, materializó después su adulterio con ella y llegó incluso a mandar a matar a su esposo. Evidentemente, David perdió su integridad al hacer estas cosas. Necesitaba ser disciplinado con rigor. Y gracias a su arrepentimiento sincero, recibió la misericordia de Jehová. Aprendió la lección, corrigió su conducta y obedeció a Dios por el resto de sus días. Según Proverbios 24:16:" Puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantará". Después de la muerte de David, Jehová le expresó a Salomón lo que pensaba de su padre en primera de Reyes 9:4. Así es, Dios recordaba a David como un hombre íntegro y leal. Vean Isaías 1:18 también.
El propio David dijo: "En cuanto a mí, andaré en integridad "(Salmo 26:11).
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