Su título es: Endofobia:
El rechazo a lo diferente, a lo foráneo, tiene una cara contraria igual de discriminatoria y humillante. La rara endofobia que se materializa en excluir al similar, en negarles iguales derechos a los propios compatriotas, es común en las calles de esta Isla. De las impresiones más intensas que me dejó la ciudad de Santiago de Cuba, está -precisamente- la de no poder disfrutar de los mismos servicios que los turistas extranjeros.
En una esquina del parque Céspedes se ubica una moderna oficina de la empresa de telecomunicaciones ETECSA, donde mismo se puede pasar un fax que conectarse a Internet. Ahora bien, esto último sólo es posible siempre y cuando usted pruebe que no nació en Cuba o que radica, desde hace años, a cientos de kilómetros de este país. Eso lo supe cuando entré y vi las caras interrogantes de las dependientas mientras miraban mis ropas, para detectar si era una extranjera o una simple nacional.Como soy diestra en el arte de colarme por las rendijas más estrechas, hablé una mezcla tarzanezca de inglés y alemán, por lo que me vendieron una tarjeta para acceder a la red.
Desde allí mandé el post del pasado domingo y comprobé como les negaban la conexión a Internet a varios cubanos que entraron. Sin argumentos y con un simple “el acceso es sólo para turistas” evitaron que mis conciudadanos se sentaran en las vacías computadoras, al final del salón. Uno, especialmente contrariado, protestó. Dijo algo así como “esto es una falta de respeto” y yo, que no pude seguir fingiéndome germana, le hice una pequeña corrección: “esto es otra falta de respeto, una más en la ya larga lista”. Un minuto después me pidieron que abandonara el local. Ya mi texto había logrado salir a ese ancho espacio, donde nadie me exige mostrar el pasaporte.
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Nota: Tomado del Blog de Yoani Sánchez.
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