Translate a otros idiomas

Saturday, July 18, 2015

AGUANTE
El verbo griego hy·po·mé·nō, que significa literalmente “permanecer o quedarse bajo”, se ha traducido ‘permanecer atrás’ en Lucas 2:43 y Hechos 17:14. Asimismo, llegó a tener el sentido de “quedarse en un lugar sin abandonarlo; perseverar; permanecer firme”, y por lo tanto también se traduce ‘aguantar’. (Mt 24:13.) El nombre hy·po·mo·nḗ por lo general denota “aguante” valeroso, firme y paciente, un aguante que no pierde la esperanza aun a pesar de obstáculos, persecución, pruebas o tribulaciones.
Por qué es necesario. Es posible que los cristianos tengan que encararse a la indiferencia de otros, al oprobio, a ser representados falsamente, a hostilidad intensa, al odio de familiares allegados, maltrato, encarcelamiento e incluso a la muerte. (Mt 5:10-12; 10:16-22; 24:9, 10, 39; Mr 13:9, 12, 13; Rev 13:10.) Esto exige aguante, ya que sin esta cualidad esencial es imposible llegar a obtener la vida eterna. (Ro 2:7; Heb 10:36; Rev 14:12.) Esto se debe a que lo importante no es lo bien que una persona haya comenzado su discipulado cristiano, sino cómo lo termina. Jesucristo se expresó al respecto del siguiente modo: “El que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo”. (Mt 24:13.) “Mediante el aguante de parte de ustedes adquirirán sus almas.” (Lu 21:19.)
Las personas que aceptan con rapidez “la palabra de Dios”, pero solo de modo superficial, carecen de aguante. Se rinden pronto si tienen que aguantar tribulación o persecución, de modo que pierden la aprobación y la bendición de Dios. Por el contrario, los que cultivan aprecio profundo por “la palabra de Dios” aguantan con firmeza. “Llevan fruto con aguante”, y aun cuando tengan que soportar dificultades, sufrimiento o desánimo, continúan proclamando con fidelidad el mensaje de Dios. (Lu 8:11, 13, 15.)
Cómo se mantiene. El meditar en el excelente ejemplo que han puesto los siervos de Dios —como los profetas de tiempos precristianos, Job, los apóstoles Pablo y Juan y muchos otros— y observar el resultado de su fidelidad, puede ser un estímulo para continuar aguantando en tiempos de tribulación. (2Co 6:3-10; 12:12; 2Te 1:4; 2Ti 3:10-12; Snt 5:10, 11; Rev 1:9.) Sobre todo debe tenerse presente en todo momento el aguante perfecto de Jesucristo. (Heb 12:2, 3; 1Pe 2:19-24.)
También es importante no perder de vista la esperanza cristiana de vida eterna sin pecado, una esperanza que ni siquiera la muerte a manos de los perseguidores nos puede arrebatar. (Ro 5:4, 5; 1Te 1:3; Rev 2:10.) Todo el sufrimiento que se haya tenido que soportar en el presente parecerá insignificante cuando se compare con el cumplimiento de esa magnífica esperanza. (Ro 8:18-25.) Desde la perspectiva que proporciona la eternidad, cualquier sufrimiento, por intenso que parezca en el momento, resulta ‘momentáneo y liviano’. (2Co 4:16-18.) El recordar la naturaleza transitoria de las pruebas y adherirse a la esperanza cristiana puede evitar que se deje lugar a la desesperación o a la infidelidad a Jehová Dios.
El aguante cristiano no depende de la fortaleza personal. Es el Altísimo quien sostiene y fortalece a sus siervos por medio de su espíritu y el consuelo de las Escrituras. Jehová “suministra aguante” a los que confían plenamente en Él, y por eso es apropiado que los cristianos oren pidiéndole ayuda, incluida la sabiduría necesaria para hacer frente a una prueba en concreto. (Ro 15:4, 5; Snt 1:5.) Jehová nunca permitirá que nadie se vea sometido a una prueba que le sea imposible soportar. Si una persona acude a Él por ayuda y no pierde la fe, sino que confía por completo en Él, el Todopoderoso le proporcionará una salida que le permitirá aguantar. (1Co 10:13; 2Co 4:9.)
No existe límite alguno a la fortaleza que los cristianos pueden obtener mientras sufren tribulación. El apóstol Pablo oró por los colosenses para que fuesen “hechos poderosos con todo poder al alcance de la gloriosa potencia de [Dios] para que aguanten plenamente y sean sufridos con gozo”. (Col 1:11.) Un ejemplo de cómo actúa esta “gloriosa potencia” es la resurrección de Jesucristo para ser ensalzado a la derecha del Padre. (Ef 1:19-21.)
Jehová Dios y su Hijo desean que todos los cristianos se mantengan fieles. Esta afirmación se desprende del estímulo que Jesucristo dio con relación al aguante a las congregaciones cristianas de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. (Rev 2:1-3, 8-10, 12, 13, 18, 19; 3:4, 5, 7, 10, 11, 14, 19-21.)
Actitud apropiada hacia las pruebas. Los cristianos no deben temer las pruebas y tribulaciones, pues saben que su futuro eterno depende de su aguante y que pueden confiar en la ayuda divina. Tampoco han de resentirse por ellas ni quejarse, amargarse o compadecerse de sí mismos. El apóstol Pablo instó: “Alborocémonos estando en tribulaciones, puesto que sabemos que la tribulación produce aguante”. (Ro 5:3.) Las pruebas que se sobrellevan con paciencia y firmeza gracias a la ayuda divina muestran que un cristiano posee la cualidad necesaria del aguante, algo que no había manera de saber o probar con certeza antes del comienzo de la tribulación.
El aguante tendrá “completa su obra” si se deja que la prueba siga su curso sin que se quebranten los principios bíblicos con objeto de ponerle fin en seguida. Entonces la fe se habrá probado y refinado, y su poder sustentador se habrá puesto de manifiesto. Puede que también hayan quedado expuestas ciertas debilidades, de modo que el cristiano podrá apreciarlas y efectuar los cambios necesarios. Las pruebas que se aguantan con fidelidad moldean a una persona y pueden lograr que sea más paciente, compasiva, bondadosa y amorosa en el trato con sus semejantes. Por eso, al dejar que “el aguante tenga completa su obra”, la persona no tendrá “deficiencia en nada” de lo que Jehová busca en sus siervos aprobados. (Snt 1:2-4.)
Tomado de Perspicacia...