Escrito en Escondido el 28 y 29 de mayo de 2015.
La ciudad a mis pies.
Mis pies sobre la ciudad.
Y el terremoto se pospone,
pese a langostinos en las costas,
a Nostradamus y todos los profetas
de las fechas precisas.
Arboles morados
surcan los caminos.
Las casas y los techos
con sus tejas incólumes
y no hay aguas devastadoras,
más allá de mi brazo en péndulo
en el Levante.
Pájaros negros planean,
todo sigue calmado todavía:
el lago, las ardillas gordas
con su trozo de pan
y las ardillas flacas
luchando subsistencia,
la gente, la línea,
la mole de aguacates....
Y el mago, el embustero,
el que quiso que fuera
sus ojos y sus manos...
pierden de Nuevo
la batalla.