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Saturday, January 03, 2015

Capítulo XI de "Yo, Berta"

Tuve que arrepentirme de una carta desagradable que escribí a Hermana y que por error eché al correo. Tocaba temas que sabía no eran de su interés. Al parecer, por suerte, nunca le llegó, como tantas que mandé a Cuba y nunca llegaron a su destino. Por eso en otra le pedí perdón, si la había llegado a leer. Le dije que lo olvidara todo, aunque en ella estuvieran escritas sagradas verdades para las que Susana no estaba preparada en ese entonces. Indagaba sobre la felicidad de ella en su vida privada, su trabajo y especialmente en sus relaciones con sus hijos.
Quería mucho a mis sobrinos, como nadie podía imaginarlo. Añoraba poder verlos jugar junto a mis hijos. Ese tema me deprimía de manera especial: los más  pequeños no heredarían canastillas, ropas, zapatos, juguetes de los mayores, como había sido costumbre en nuestra familia antes. Era muy triste todo aquello. Crecían sin sus primos, sus tíos, abuelos.
Le pedí que guiara a nuestro hermano menor, que ya estaba en edad de Servicio Militar ( el verde-como le decíamos), para que no hiciera huelgas de hambre, indisciplinas, ni se metiera en broncas fatales . No debía "desviarse"-como nosotros. Quería que triunfara, que saliera adelante.
Mientras, seguía sin recibir cartas de nadie prácticamente. Sospechaba que me habían olvidado o que las revisaba antes el Gobierno y por eso se retrasaban. Pero era paciente. Mis hijos enviaban por mi tiernos besos y caricias a la tiita y yo amor, respeto y mis mayors deseos de éxito. Papi seguía tristón, extrañaba su vida anterior. Los viejos soportan menos los cambios súbitos de clima, cultura, idioma, costumbres..., aunque sea para mejorar. Su vida pasada e incierta, era su vida; no concebía otra. A Susana no podía escribirle directamente y no contestaba nada tampoco. Pero tenía la intuición de que leería todas las cartas siempre.
En abril de 1981, al fín tuve la tremenda alegría de recibir la primera misiva de Mami. No le reproché nada. Sólo por ser mi madre la consideraba ya incorruptible. Para mí virtudes y defectos son cosas que van juntas en cada ser humano, y de nada hay que arrepentirse, siempre y cuando se esté dispuesto a reaccionar positivamente, y lo más hermoso es que nunca es tarde para ello.
Rogaba a Dios que en cada minuto de su vida disfrutara de salud y de un poco de felicidad, después de tantas desgracias con nosotros y en su vida como mujer desde un inicio.Mi madre se me quejaba de su soledad y yo le pedía que no se aferrara a esa idea negativa, pues cada uno de sus hijos, en su mundo, claro estaba, la recordaba mucho y la tenía muy presente. Aunque lo dudara y en ciertos momentos se sintiera la más desdichada del mundo, Dios sabía por qué hacía cada cosa?, y a la corta o a la larga, todo volvería a su lugar de origen. Las esperanzas se sostienen y se alimentan, -le decía -, de este modo todo dolor es más pasajero, y no debía dudar que algún día llegaría a sentirse muy feliz. Un estado de ánimo negativo, una aureola pesimista, siempre invadió a Mami, casi siempre al menos. Desde niños lo percibimos. Pero quién soy yo para juzgarla; cada cual vivió y vive sus propias circunstancias y tiene sus motivos.Su historia había sido muy dura desde niña, cuando la violaron en casa de una tía que la crió; por eso se casó con el primero que le propuso llevársela con él. Y eso lo descubrí mucho después, cuando ambas habíamos madurado lo suficiente como para conversar como dos buenas amigas.
Le sugerí que tratara de acoplarse y entenderse con mi padrastro, pues ya había pasado su deslumbramiento con él y le veía sus defectos cara a cara. Ya estaban mayorcitos y en lo que debían pensar era en su tranquilidad y en luchar uno para el otro. A cierta edad -le escribía como una experta-no se debía jugar con el destino. Yo misma, ya tengo que ir forjando mi propio nido, lo más confortable posible, pues mis hijos crecerán, se casarán y tendrán sus vidas propias, y ésto quiere decir que, por lo general, el hombre de una es quien será nuestra propia almohada, cuando llegue ese momento. Es muy común decir tengo tantos hijos, el día de mañana....pero hay que estar conscientes que los hijos harán también sus vidas, como lo hizo uno, y así sucesivamente, y en sentido general, llega un momento en que la vida matrimonial toma otros matices, y más bien todo persigue el objetivo de la comprensión y la ayuda de cada uno, y el amor se vuelve cada vez más tierno.
Tú eres una mujer muy inteligente y dudo que yo tenga mucho que enseñarte, pero nunca está de más estas sanas opiniones. El tema es saludable y productivo. Tenemos etapas en nuestras vidas en las que no está de más un consejo.
Yo filosofaba como una mujer madura y experimentada. Trataba de que no lo tomara a mal. Todavía vivieron en la misma casa muchos años, pero durmieron, cocinaron y comieron separados. Mami soñó que era una rama seca de la que estaba asida para no caer al lodo. Pero su rama verde empezó a ser Jesucristo y espera irse al cielo con él: el único amigo y amante fiel y sincero. Yo también dejé la santería cuando las jimaguas por poco se me matan en aquel accidente fatal. Fue Cristo quien me las salvó  milagrosamente, aunque quedaron muy trastornadas y al final entraron también en las drogas. Sólo Machy no me daba que hacer, aunque le gusta el tabaco y el juego, pero nadie es perfecto. Sé que no fui la madre que soñé ser, pero esa Carrera es la más difícil de todas.
 
Felicitaba a Mami por el Día de las Madres, le enviaba una postal bellísima, casi mágica y algunas fotos.
Mi madre se quejaba de que apenas veía a Susana y que cuando lo hacía era porque ella iba a verla. Yo le explicaba que vivía lejos, el transporte estaba malo y tenía problemas que quizás la mantenían un poco distante, pero la consolaba con que la quería mucho al igual que yo y mi hermano, lo que había personas que demostraban su cariño sólo en los momentos precisos; y eso era muy importante. Ella podía sentirse mal con ella, pero había que ser justos, y como era natural, su actitud sólo respondía a sus ideales, que a su modo de ver las cosas, eran los correctos.. Yo sólo me basaba por tanto, en su actitud conmigo, que siempre había sido la mejor.
Seguía preocupada por mi hermano en el Servicio, los peligros, los accidentes, las junteras....Le insistía a mi madre en que lo aconsejara, lo alertara y lo apoyara siempre, y  le dijera que lo necesitaba mucho. Le enviaba saludos a mis tío-abuelos resabiosos, verdaderos personajes de novelas fabulosas por su comicidad, miserias humanas y tragedias propias. Pedía salud, paz y prosperidad para ellos, a pesar de sus egoismos e injusticias por los que no les guardaba rancor. Y besos para toda la gente del barrio, para los buenos vecinos.
Le contaba a mi madre que el Machy se pasaba el día dándole besitos a su foto, y a veces se dormía con ella. Le pedía que le hablara de mí a mis sobrinos que no los olvidaba jamás.
En Julio le contaba que apenas tenía tiempo para escribirle, con los tres muchachos chiquitos. Me mortificaban mucho. Me llenaban todo el día y toda la noche casi. Por otra parte, no era tan escritora como Hermana. Sólo había recibido una carta y una llamada telefónica. Le envié a Madre unas medicinas a casa de mi suegra. Debía llevarlas al médico para que le explicara el tratamiento: unas eran para los riñones y otras para el dolor de columna. Le pedía sus tallas de ropa y zapatos y las de mis hermanos y sobrinos y hasta las de mi padrastro y cuñado, pues pensaba, si Dios me acompañaba, mandarles unas boberías.
A mi se me partía el corazón cada vez que comparaba las cosas que tenía, con la escasez de los de allá. Las ropas eran algo secundario, pero era muy bello tener tanta felicidad y abundancia!. Quería enviarle algo a mis sobrinos y tenía la esperanza de que le hicieran la conciencia a Hermana para que permitiera que los regalos les llegaran. Era yo quien se los enviaría, fueran de donde fueran. Qué importancia tenía eso?. Mis intenciones eran las más sanas del mundo, lo hacía con toda el alma para ellos a quienes tanto quería. En todo caso que no le dijeran nada a Hermana del origen. Me bastaba con la satisfacción de que lucieran lo mismo que sus primitos. Esperaba no obstante que Susana no fuera tan radical al extremo de privarnos de algo tan sencillo y que seguro deseábamos.
Me quejaba del presunto olvido de Hermana, que movida por la propaganda oficial había "convertido el 80 en un Año de Campeones". Sólo mi hermano me había hecho unas letras además de mi madre. Pero la otra, ni un saludo, ni una nota. Nunca pensé que mi hermanita del alma me saliera tan falsa y mucho menos cuando debía estar más que convencida de que aquel paso era más que  necesario en mi vida, tanto para mí como para mis hijos. Sabía que en la Isla no podíamos salvarnos, existir. En la otra orilla, en cambio, me sentía nuevamente como una persona, como un ser humano con dignidad, esperanza, futuro.
Reconocía que admiraba, respetaba mucho a Susana. Casi le imploraba que si no tenía medios, facilidad, posibilidad de comunicarse conmigo, por favor, se lo permitiera a sus niños o que me mandara unas escasas líneas escondidas, anónimas para saber de ellos, que ya sabían leer y escribir también. Lo necesitaba tanto!.
Continué pidiendo a mi hermano-al contester su interesante carta-que se portara bien con mi madre y los demás, que fueran inteligentes y correctos. El debía pensar en su futuro, como hasta entonces, y no mancharse por nada injusto.
Ya Papi vivía conmigo, tenía trabajo y pronto adquiriría una casita sola para él. Como estaba Viejo, no tenía muchas aspiraciones.
Mis cartas siguieron siendo cariñosas y mostraba que constantemente los recordaba a todos. Saludaba a mi padrastro por el que sentía ya un gran afecto, sobre todo porque estaba muy agradecida por lo mucho que supo quererme al Machy cuando me trancaron la última vez tras las rejas. Seis meses aquel destino cruel nos había separado, y supo darle amor y ternura de padre. Le gustaban los niños pequeños porque eran inocentes y dóciles.( El mundo era el que los echaba a perder-decía Hermana).Bastaba eso para que lo admirara y tuviera siempre en un buen lugar en mis sentimientos.
Enviaba recuerdos para los tíos a los que tampoco olvidaba nunca. Pedía salud y suerte para ellos, que por poco me ahorcan el día que les rompí la silla al sentarme, cuando "estaba en Baja" y les pedí asilo. No tenía la culpa, me senté normalmente, lo que estaba podrida por el tiempo, y bastó para que me lo sacaran casi la vida entera.
Pedía que Dios los bendijera a todos y daba recuerdos para los vecinos del Rancho, del Tejar...Reclamaba pronta respuesta y llamada y mandaba besitos de los niños y saludos de mi marido.