Cuando estamos lejos:
Por: Diana Margarita Cantón Martínez- Ruiz
Llora la noche roja...
de la madre
con el accidente vascular,
del hermano quizás infartado,
de la hermana tal vez muriendo
por insuficiencia renal,
del hermano aniquilado
por el astuto y adulterado alcohol.
Por: Diana Margarita Cantón Martínez- Ruiz
Llora la noche roja...
de la madre
con el accidente vascular,
del hermano quizás infartado,
de la hermana tal vez muriendo
por insuficiencia renal,
del hermano aniquilado
por el astuto y adulterado alcohol.
Todos lejanos e imposibles
en otro estado, país u orilla
del río de este mundo
absurdo y sin sentido.
Sólo un nieto cercano
es a veces el Consuelo
en esta hora de la inminente
partida propia
y o de los queridos.
La mujer duerme ya
de nueve a una y media
a lo sumo.
Se abetuna con sus cremas.
Ataja sus Dolores implacables
en las quemaduras,
en los golpes de su frente,
o de su pecho,
o de su espalda,
o de sus rodillas;
pero infla el salvavidas
mucho antes del amanecer
en el que goza.
Ha llovido discretamente
y el frío asoma.
Un hijo clama desesperado
por el rescate
y listo está por más que duela
para el abandono propio.
Es tanto el desespero.
Son tantas las guirnaldas
y sus luces en el bosque
que quiere descubrir
y conquistar
lo que no admite que nadie
le cuente.
en otro estado, país u orilla
del río de este mundo
absurdo y sin sentido.
Sólo un nieto cercano
es a veces el Consuelo
en esta hora de la inminente
partida propia
y o de los queridos.
La mujer duerme ya
de nueve a una y media
a lo sumo.
Se abetuna con sus cremas.
Ataja sus Dolores implacables
en las quemaduras,
en los golpes de su frente,
o de su pecho,
o de su espalda,
o de sus rodillas;
pero infla el salvavidas
mucho antes del amanecer
en el que goza.
Ha llovido discretamente
y el frío asoma.
Un hijo clama desesperado
por el rescate
y listo está por más que duela
para el abandono propio.
Es tanto el desespero.
Son tantas las guirnaldas
y sus luces en el bosque
que quiere descubrir
y conquistar
lo que no admite que nadie
le cuente.