La corona de clorofila topando el cielo.
El gato arrullando la noche,
o dormido dulcemente
sobre la primera mesa familiar
en el exilio del balcón,
bien cerca de las flores de polvo,
alistándose para la próxima escapada
o viaje cósmico zoológico
a explorar el vecindario verde
con sus compinches de maullidos.
El gato esperando su Meaw Mix
para su balanceada nutrición
y una vida saludable y prolongada
sin su dueño-entrenador-bautizante,
su niño aventado hacia otro clima
más benigno?,
lejos de su entorno natural.
Ay, pobre de los niños,
que no deciden nunca sus destinos,
pese a babosas, camaleones,
marpacíficos, arenas, mares
y la nueva gata de vecina.
Pobre del niño
que nunca ha de olvidarme
e intercambia "recuerditos",
pues sospecha que tal vez nunca
vuelva a vernos,
que sabe que le daré Amor
a su mascota y al prójimo todo,
pero ya no lo llevaré quizás más
nunca al lugar de salvación
con sus amigos verdaderos.
Pobre del niño triste y tímido,
cerca del celular, pero silente.
Arropado por una madrugada
desprendida a la pérdida.
Pobre del niño en los retratos
eternizando el tiempo de ternuras.
Pobre del niño haciendo un pesebre
a los abuelos
en el suelo de su cuarto imaginario.
Pobre de los abuelos
sin el niño subiendo las montañas,
buscando sus ranas, sus insectos,
sus ardillas, sus venados y sus osos,
o rodando por lomas sin las yaguas,
jugando a destiempo
sus ensueños.
Pobre de la familia,
disfuncional, cavernícola,
o emprendedora,
que siempre se dispersa,
o queda solo en álbumes o discos,
o entre cristales,
o los nuevos caprichos de las tecnologías,
o sobre las puertas de los refrigeradores.
El gato arrullando la noche,
o dormido dulcemente
sobre la primera mesa familiar
en el exilio del balcón,
bien cerca de las flores de polvo,
alistándose para la próxima escapada
o viaje cósmico zoológico
a explorar el vecindario verde
con sus compinches de maullidos.
El gato esperando su Meaw Mix
para su balanceada nutrición
y una vida saludable y prolongada
sin su dueño-entrenador-bautizante,
su niño aventado hacia otro clima
más benigno?,
lejos de su entorno natural.
Ay, pobre de los niños,
que no deciden nunca sus destinos,
pese a babosas, camaleones,
marpacíficos, arenas, mares
y la nueva gata de vecina.
Pobre del niño
que nunca ha de olvidarme
e intercambia "recuerditos",
pues sospecha que tal vez nunca
vuelva a vernos,
que sabe que le daré Amor
a su mascota y al prójimo todo,
pero ya no lo llevaré quizás más
nunca al lugar de salvación
con sus amigos verdaderos.
Pobre del niño triste y tímido,
cerca del celular, pero silente.
Arropado por una madrugada
desprendida a la pérdida.
Pobre del niño en los retratos
eternizando el tiempo de ternuras.
Pobre del niño haciendo un pesebre
a los abuelos
en el suelo de su cuarto imaginario.
Pobre de los abuelos
sin el niño subiendo las montañas,
buscando sus ranas, sus insectos,
sus ardillas, sus venados y sus osos,
o rodando por lomas sin las yaguas,
jugando a destiempo
sus ensueños.
Pobre de la familia,
disfuncional, cavernícola,
o emprendedora,
que siempre se dispersa,
o queda solo en álbumes o discos,
o entre cristales,
o los nuevos caprichos de las tecnologías,
o sobre las puertas de los refrigeradores.