CULTURA Su trabajo de los años 1959 y 1960 desapareció como represalia al posicionamiento del Che
Tomado de El Mundo.
Cuba pudo destruir parte de la obra periodística de García Márquez
Castro y el escritor, en la clausura del II Festival del Habano celebrado en la capital cubana en el año 2000. Afp
La obra periodística que Gabriel García Márquez escribió y publicó de 1959 a 1960 en Prensa Latina -la agencia informativa de la revolución cubana, que el escritor colombiano cofundó- terminó destruida "bajo sospecha ideológica" por el Gobierno de Fidel Castro.
La revelación ha salido a luz este lunes por boca de Rogelio García Lupo, de 82 años y el más afamado periodista argentino vivo de investigación. García Lupo fue compañero de Gabo en Prensa Latina, ideada por Ernesto Che Guevara como voz de la revolución e integrada, además, por otros dos argentinos, Jorge Masetti y Rodolfo Walsh.
Tanto el Che como Masetti y Walsh pasarían aquella etapa y, años más tarde, morirían combatiendo en otras experiencias guerrilleras latinoamericanas que pretendieron emular sin éxito a la revolución cubana en La Higuera (Bolivia), Salta (Argentina) y Buenos Aires (Argentina), respectivamente.
"Masetti había estado en Sierra Maestra en el 1958 -le había hecho la primera gran entrevista a Fidel ahí- y había traído una serie de certezas. Él nos decía: '(Los castristas) No son comunistas, quieren hacer una cosa democrática, son nacionalistas, antiimperialistas'", ha evocado García Lupo.
García Márquez y García Lupo, en México en 2007. Clarín
Según el relato del octogenario, los periodistas que trabajaban en aquella redacción en la capital de la isla "ideológicamente no éramos más que eso", es decir, antiimperialistas. ¡No éramos nada comunistas! Estábamos estancados ideológicamente, según decían los comunistas".
Hacia finales de 1960, un sector del gobierno empezó a tildar a Guevara de troskista. "Era un estigma, le estaban serruchando el piso. El Che era difícil de serruchar, pero Masetti era más fácil. Y si lo serruchaban a él, caía yo, caía Walsh, caía Heberto Padilla. Me fui -ha sostenido- porque había una enorme presión para que el grupo de argentinos perdiera poder".
Y entonces, ha proseguido el veterano profesional, "el trabajo de Gabo, nuestro trabajo, todo el periodismo de los años 59 y 60 fue destruido. Ese material no está en ningún lado". Tan es así, ha acotado García Lupo, que "muchos años después, Gabo reunió sus escritos de prensa y no hay entre ellos un solo despacho de la agencia. Fueron destruidos".
"Cuando la agencia cumplió 40 ó 50 años nos invitaron a una fiesta de conmemoración. Gabo me dijo: 'No voy a esa fiesta mientras no me den una explicación de por qué destruyeron mis crónicas'", ha revelado.
Para García Lupo su recién fallecido colega nunca mantuvo vinculación con los comunistas cubanos, sino una relación personal con Fidel Castro. Por eso, a su juicio, no firmó la petición de liberación en 1971 del entonces encarcelado poeta Heberto Padilla. "Fue un sacrificio por la unidad ideológica de la revolución", ha dicho.
Al autor de 'Cien años de soledad' no le convencía el comunismo soviético. "Había hecho un viaje para una revista a los países del Este y decía: '¿Sabes una cosa? Lo que no puedo olvidar del mundo socialista es el dentífrico. ¿Dentífrico? Duro como el cemento'. Nos divertíamos con sus relatos, siempre fue un gran narrador oral", ha concluido.
La revelación ha salido a luz este lunes por boca de Rogelio García Lupo, de 82 años y el más afamado periodista argentino vivo de investigación. García Lupo fue compañero de Gabo en Prensa Latina, ideada por Ernesto Che Guevara como voz de la revolución e integrada, además, por otros dos argentinos, Jorge Masetti y Rodolfo Walsh.
Tanto el Che como Masetti y Walsh pasarían aquella etapa y, años más tarde, morirían combatiendo en otras experiencias guerrilleras latinoamericanas que pretendieron emular sin éxito a la revolución cubana en La Higuera (Bolivia), Salta (Argentina) y Buenos Aires (Argentina), respectivamente.
Presiones al núcleo argentino
García Lupo ha recordado al diario porteño 'Clarín' que fue llamado a trabajar en Prensa Latina y que llegó a La Habana en agosto de 1959, cuando la revolución ya había vencido a la dictadura de Fulgencio Batista y aún no se había proclamado comunista. García Márquez era corresponsal, primero en Bogotá y luego en Nueva York."Masetti había estado en Sierra Maestra en el 1958 -le había hecho la primera gran entrevista a Fidel ahí- y había traído una serie de certezas. Él nos decía: '(Los castristas) No son comunistas, quieren hacer una cosa democrática, son nacionalistas, antiimperialistas'", ha evocado García Lupo.
Hacia finales de 1960, un sector del gobierno empezó a tildar a Guevara de troskista. "Era un estigma, le estaban serruchando el piso. El Che era difícil de serruchar, pero Masetti era más fácil. Y si lo serruchaban a él, caía yo, caía Walsh, caía Heberto Padilla. Me fui -ha sostenido- porque había una enorme presión para que el grupo de argentinos perdiera poder".
Comunista no, pero sí amigo de Fidel
Con la proclamación en 1961 del Gobierno de Cuba como régimen socialista aliado a la URSS "los comunistas cubanos -explicó- ocuparon posiciones y quienes pasaron a dirigir la agencia Prensa Latina eran del más cerrado estalinismo".Y entonces, ha proseguido el veterano profesional, "el trabajo de Gabo, nuestro trabajo, todo el periodismo de los años 59 y 60 fue destruido. Ese material no está en ningún lado". Tan es así, ha acotado García Lupo, que "muchos años después, Gabo reunió sus escritos de prensa y no hay entre ellos un solo despacho de la agencia. Fueron destruidos".
"Cuando la agencia cumplió 40 ó 50 años nos invitaron a una fiesta de conmemoración. Gabo me dijo: 'No voy a esa fiesta mientras no me den una explicación de por qué destruyeron mis crónicas'", ha revelado.
Para García Lupo su recién fallecido colega nunca mantuvo vinculación con los comunistas cubanos, sino una relación personal con Fidel Castro. Por eso, a su juicio, no firmó la petición de liberación en 1971 del entonces encarcelado poeta Heberto Padilla. "Fue un sacrificio por la unidad ideológica de la revolución", ha dicho.
Al autor de 'Cien años de soledad' no le convencía el comunismo soviético. "Había hecho un viaje para una revista a los países del Este y decía: '¿Sabes una cosa? Lo que no puedo olvidar del mundo socialista es el dentífrico. ¿Dentífrico? Duro como el cemento'. Nos divertíamos con sus relatos, siempre fue un gran narrador oral", ha concluido.