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Tuesday, May 21, 2013

Novela " La Violación":

Novela inédita y de ficción.

De: Diana Margarita Cantón Martínez.


Capitulo” El golpe bajo”

“Juana de Los Caprichos había dejado a mi madre su dirección en una de las calles de los mártires, para que yo fuera a hablarle.

Allá me dirigí ya algo indignada. Pero no la encontré. Y los curiosos vecinos me hablaron de las locuras que hacía: dejaba el niño solo, la casa abierta ( como en aquella ocasión ), no solo para buscar los mandados a la bodega, sino que se iba y volvía cuando le parecía, sin decir nada a nadie. Miré por la ventana y la puerta al interior de la sala y parte de los cuartos de la casa, vi el cuadro con la foto de la boda de ella con mi novio, colgada en la pared!.” El mundo se me vino encima”. La gente se deshinibió fácilmente conmigo al decirles que era una prima de ella que venía a verla.

De allí me dirigí al Círculo Infantil cansada  de esperarla, pensando en encontrar solo a Juan, y no a la pareja. Llegué como a las cinco, y estuve allí sola, ansiosa, como hasta las seis de la tarde, dando paseitos y buscando su figura hasta que asomara por la calle.

Aquella escena acabó de decepcionarme, cuando los vi juntos en busca del fruto común, no de brazos, pero juntos indudablemente. Ella se esmeró en decirme y hacerme ver que estaban unidos hasta en la cama, que él vivía con ella. Le llamaba ”Mi Chiny”delante de mi ( zalamería que usaba él conmigo en la intimidad y que nunca le devolví ni en privado, mucho menos en público). No es mi estilo!. A solas lo llamaba por su nombre entre suspiros y le decía:

-Juan…, te amo…..

Juana trató de dejarme claro que no renunciaría a él, que no volvería a La Habana conmigo, ahora menos que nunca, tendría que quedarse a su lado, pues ya eran dos niños, una recién-nacida y con problemas graves, que todavía estaba en el cunero del Hospital de  Maternidad ,tras los cristales en Prematuros.

El se vio en una situación muy  embarazosa y comprendió mi molestia. Me preguntó:

-Qué hizo ella?. Te dañó?.

Lo que había hecho –al parecer-él no lo sabía. Se lo tuve que contar después. Me pidió:

-Por favor, ten calma, no te enfades, espera. Tengo que irme con ella y aplacarla. Es capaz de cualquier disparate. No puedes ni  imaginarte!.

Y en efecto, se fueron los dos con el hijo común para la patriótica calle, y yo regresé a mi desierto destruída.

Por supuesto que le respondí a ella con altivez cuando me preguntó:

-Es cierto que” metiste la pata”?.

-No te interesa. Son asuntos nuestros!.

Trataba de hacerse la Buena, la comprensiva, de modo hipócrita, humillándome. La dejé con la duda!?.

En mi casa, por supuesto  que lo negué todo: el embarazo que nunca existió, aunque después confundí a Juan diciéndole que lo había interrumpido con ayuda de otras personas en La Habana, cuando estuve varios días sola, sin que apareciera. A mis padres negué la pérdida de mi virginidad, cosa que sé que mi papá nunca creyó, pero si no lo hubiera negado, hubieran obligado a Juan a casarse conmigo, y mi orgullo y mis convicciones de entonces, no me habrían dejado tampoco ser feliz. Además, entendí que era mejor romper por el bien de aquellos inocentes, en especial de la niña.

También rezone que la situación de Juan era bien compleja: elegir entre sus hijos, en especial de la discapacitada y yo, que ya tenía diecisiete años, desde entonces más “loca”, “loca”, “loca”…-como dice la canción.

Pore eso, aunque fue difícil y lento el desmontaje de aquel Amor disparejo, comprendí que se imponía y que tenía que tener entereza.

A veces llamaba por teléfono a casa de mi suegra al número que todavía me sé y hablaba con esta y o con la Hermana de Juan y le mandaba recados tontos como:

-Dile que no quiero verlo más, que venga a recoger el vaso del vino que se llevó del restaurante, la camisa de listas rojas y blancas, la verdecita de bordaditos en las mangas-que me trajo para que se las lavara “y aprendiera a tener un esposo”.

Pero Juan acababa convenciéndome  siempre? De sus razones y verdades, hasta que todo se fue apagando poco a poco con el tiempo y la distancia.

Llegó un momento en que hasta cambiaron el número de teléfono alegando-dijo su mama:

-Alguien llamaba mucho aquí a molestar, después no respondía y colgaba o decía cosas aterrorizantes. Pore so cambiaron el número.

Por supuesto que nada tenía yo que ver con aquello, incluso solo llamaba a veces cuando andaba de paso por la ciudad de los pinos tristes. Jamás lo hice desde la capital.

Parece que otra loca andaba en el camino de Juan de los Cielos.