Por: Diana Margarita Cantón Martinez.
Capítulo: Nos dimos el primer beso:
“Juan de los Cielos-por su parte-no quiso darme una clase de
Filosofía, sino muchas clases de Amor, Amor del bueno. Lo de los métodos
filosóficos y esas cosas tan abstractas, lo descubrí por mi misma en el Manual
de Spirkin y O. Yajot-los rusos-en 1976-preparando una clase para mis alumnus de
la Facultad Obrero-Campesina donde casualmente él era el Jefe de Cátedra de
Marxismo-Leninismo. Ya casada y con un hijo, lo perseguía, sin volver a
acostarme jamás de Nuevo con él y sin
que volviéramos a hablarnos de Amor después de 1971 ó 1972.
Sus mentiras siempre las perdoné y hasta justifiqué, aunque
no las olvidé; me incapacitaron psicológicamente para la entrega física normal
con él, por lo que ya sé que fue un crimen de lesa humanidad. El llanto, el
dolor la limitaron después de agosto de 1970, y todo se fue apagando en menos
de dos años-todo lo carnal-al menos. Pero la idealización de aquel fantasma se
avivaba.
Desde entonces sería Penélope de espíritu y de emociones; no
de cuerpo; solo mi espíritu y mis emociones serían leales y fieles, de un modo
bifurcado, multifurcado, complejo, incomprensible por mi misma. Seguiría siendo de
él y de varios de maneras diferentes e incompletas.
Nos dimos el primer beso, un solo beso, aquella noche en
Miramar!. Yo quería más besos, pero no se los pedí, ni se los di, seguía
tímida!. Otros de los lugares más frecuentados por nosotros en esos tiempos
eran el night-club el Johnny’s Dream y la Cafetería Kasalta, muy cerca del
Túnel . Allí merendábamos a veces, refrescábamos, oíamos música y ocasionalmente
bailábamos, porque Juan no podia seguirme en eso. Yo era más bailadora que
él-gracias a la edad, pero también a las lecciones bien aprendidas en la beca
con mi amiga la negrita Lisa, de Alta Habana, que me sacó de la Infancia
triste, amargada, “neurasténica”-según mi padre. Con ella aprendí a marcar el
jazz, a bailar Mozambique, casino…, no mucho, porque no tengo grandes dotes,
pero me defiendo, y con una Buena pareja, hacemos el show. En realidad aprendí lo
suficiente para divertirme algunas veces, máxime en ese tiempo de rosas.
Juan fue el primer hombre que me
habló cosas interesantes sobre las Estrellas. Recuerdo que nos sentamos sobre
la hierba en la 5ta Avenida. Gentilmente colocó su pañuelo debajo de mi. Era un
Gentil-Hombre, casi un Caballero Medieval-al menos lo parecía y yo le creía.
Desde esa noche necesité una fuga ciega y sensual con él; aunque no tuviera
valor para ello.