Por: Diana Margarita Cantón Martínez.
Escrito en 1993.A los 40 años.Cuaderno Inédito Testamento 1992-93.
Y ahora cito al mejor
al "hombre de este siglo",
al de la "cruda economía",
al de la "otra verdad".
Después de él tal vez tú,
tal vez yo,
tal vez Dios.
Contra la falacia y el terror
me insubordino
y siembro flores.
Horas temblando
parieron el poema
que no fui a importar
y que no vendo.
Sube a mi máquina del tiempo
y olvida los programas
ahora que tengo
estrellitas en los ojos.
Piensa en que las musas
no tienen Planes Quinquenales,
ni Asambleas de Servicios
y en que sólo importa
el dólar que coges por los cuernos,
cuando la gente se queda ciega,
se mancha y se desnutre.
Cuando crece la ansiedad,
la depresión; síndromes de todo tipo
suben la marea
y dejan desierta la ilusión.
Cuando derrames, izquemias e infartos
son la moda.
Comprende que hay niños
que no comen,
aunque no lo denuncien
los altavoces ni las imprentas.
Detén tu reloj de calles
de limosnas y de limpiabotas
y ven a este asteroide
de miseria recuperada,
después de un resplandor
breve y aparente
por el que ya no vagas.
Respira hondo, sí,
relájate y haz este viaje de diamante
para los alcabuces que se avecinan.
Al pie de la escalerilla
te doy la mano
para tomar el aparato sofisticado
del andariego andante,
Caballero de Dulcinea La Flaca,
que ya enterró a Rocinante,
que no tuvo más el heno,
aniquilado por la sequía.
Olvídate del Zar, Pushkin,
que Rusia está
en pie de guerra
y precisamente porque
hiciste la señal esperada
para que un día no se diga:
"Hubo una vez un país
que ya no tiene mapa
y que asfixió su Gloria".
Escrito en 1993.A los 40 años.Cuaderno Inédito Testamento 1992-93.
Y ahora cito al mejor
al "hombre de este siglo",
al de la "cruda economía",
al de la "otra verdad".
Después de él tal vez tú,
tal vez yo,
tal vez Dios.
Contra la falacia y el terror
me insubordino
y siembro flores.
Horas temblando
parieron el poema
que no fui a importar
y que no vendo.
Sube a mi máquina del tiempo
y olvida los programas
ahora que tengo
estrellitas en los ojos.
Piensa en que las musas
no tienen Planes Quinquenales,
ni Asambleas de Servicios
y en que sólo importa
el dólar que coges por los cuernos,
cuando la gente se queda ciega,
se mancha y se desnutre.
Cuando crece la ansiedad,
la depresión; síndromes de todo tipo
suben la marea
y dejan desierta la ilusión.
Cuando derrames, izquemias e infartos
son la moda.
Comprende que hay niños
que no comen,
aunque no lo denuncien
los altavoces ni las imprentas.
Detén tu reloj de calles
de limosnas y de limpiabotas
y ven a este asteroide
de miseria recuperada,
después de un resplandor
breve y aparente
por el que ya no vagas.
Respira hondo, sí,
relájate y haz este viaje de diamante
para los alcabuces que se avecinan.
Al pie de la escalerilla
te doy la mano
para tomar el aparato sofisticado
del andariego andante,
Caballero de Dulcinea La Flaca,
que ya enterró a Rocinante,
que no tuvo más el heno,
aniquilado por la sequía.
Olvídate del Zar, Pushkin,
que Rusia está
en pie de guerra
y precisamente porque
hiciste la señal esperada
para que un día no se diga:
"Hubo una vez un país
que ya no tiene mapa
y que asfixió su Gloria".