Esta no es mi latitud, mi longitud, ni el aire
que requieren mis pulmones.
No puedo vivir sin el salitre y el mar,
sin un atardecer entre las olas,
sin olor a mariscos frescos,
sin el ruido de los barcos persistentes,
cerca de la bahía o el puerto.
Sin una primavera cálida
y un piar de aves más desaforado.
Ansío desperdigar todo de nuevo ,
salvo mis papeles más singulares
y mis fotos personales, familiares y amistosas.
Requiero el trópico
y la furia de los temporales y huracanes,
el sol bravío,
la insertidumbre de los viajes.
Pasar por pueblos y ciudades temporales.
Y que mis ojos desnuden
sus montañas, ríos, lagos, flores...
Y sigan de largo
quizás para siempre.
Boise, Idaho, mayo 30 de 2011.