Room 112 in Clover Island.
Frente a mi ventana piedras,
arbustos,el Columbia Ríver
El puente levadizo
y sus cordeles metálicos
Y los ojos de las lanchas
y las casas:
Réplicas de La Bahía de La Habana,
de La Habana del Este
desde El Focsa
sin El Conejito, El Riviera,
El Habana Hilton y La Rampa.
A mi izquierda la alberca
de tres a cinco pies
de agua fría
y la alberca pequeña
y cálida y clorada
(maybe yacusi?).
No la piscina olímpica de Ceiba Uno
devenida en nombre
de Comandante Guerrillero
en la que se lanzó
mi adolescencia loca
para que el salvavidas
la pusiera a buen recaudo
algunas veces.
No la Cascada de Soroa
ni su piscina tragacuerpos
ni sus orquídeas
ni las adelfas de
la playa de cocales
y dientes de perro
que herían mis jóvenes pies.
Ahora exploro el Columbia Ríver
y en las revistas Walla Walla
balloon stampede
Columbia Snake
Rivers Region
and Vacation Guide.
Ahora me muevo de Boise
a Kennewick,Pasco
y las inmediaciones de Richland
en Washington U.S.A
tras el Cristo.
Por tres ciudades
sigue asaltándome la
Poesía del Columbia Valley.
Boca y lengua me arden
de chiles y jalapeños
y exquisitas comidas griegas
de barato buffette
sin Elena,ni Paris,
ni Héctor;con Patroclo
a quien miro
antes de que enferme o muera.
No los panes con lechón
ni los refrescos aguados y calientes
en la Terminal de Omnibus.
Jehová está en mi cuarto de Hotel.
Oro con él
y mi cama es dura y blanda y santa
y mis almohadas suaves y bien dulces.
Lámparas hay cuatro
y luces muchas
para mis veredas sulamitas
en Clover Island INN.
Mesas y armarios
y gavetas sobran
para mi equipaje de tres días.
Espejos lloran de mi imagen añeja.
Satán en los canales varios se entristece
de no poder tentarme.
El refresco de uvas fuerte y azucarado
y las papas fritas bien saladas
y las galletas marginadas viejas
claman por mejores compañías
en su cautiverio frío.
El microwave y la yelera se sonríen.
Las cortinas cerradas me seducen.
La plancha perdona mi pereza
pues si ya dejo propinas
voy cambiando
y ella tiene esperanzas
para un día.
La cafetera,el secador de pelo
no han ganado ese optimismo.
Las toallas abundantes no me sobran,
ni el agua y los jabones,
ni pierdo la costumbre
de llevarme a casa todo mi botín
por un precio tan alto a mi bolsillo
para alojarme
sin daño de los soles.
Una encuesta en Inglés
frunce su ceño
y el teléfono se muere de la risa
(No el intercomunicador de la beca
y los reportes y las tías).
Ellos me graduaron de abstinencia.
Mañana comienza el gran banquete
del Esclavo,
no las fiestas de las playas prohibidas,
no las Orgías de Miramar o Ceiba,
no las Trochas de Pinar,
ni carnavales de jarros de pico
con cerveza espumosa tras comparsas,
no la tasa del baño
engañando mis sentidos turbios,
no el pecado y la alegría falsa
que ahora yacen en los cestos
de BASURA en mi memoria.
arbustos,el Columbia Ríver
El puente levadizo
y sus cordeles metálicos
Y los ojos de las lanchas
y las casas:
Réplicas de La Bahía de La Habana,
de La Habana del Este
desde El Focsa
sin El Conejito, El Riviera,
El Habana Hilton y La Rampa.
A mi izquierda la alberca
de tres a cinco pies
de agua fría
y la alberca pequeña
y cálida y clorada
(maybe yacusi?).
No la piscina olímpica de Ceiba Uno
devenida en nombre
de Comandante Guerrillero
en la que se lanzó
mi adolescencia loca
para que el salvavidas
la pusiera a buen recaudo
algunas veces.
No la Cascada de Soroa
ni su piscina tragacuerpos
ni sus orquídeas
ni las adelfas de
la playa de cocales
y dientes de perro
que herían mis jóvenes pies.
Ahora exploro el Columbia Ríver
y en las revistas Walla Walla
balloon stampede
Columbia Snake
Rivers Region
and Vacation Guide.
Ahora me muevo de Boise
a Kennewick,Pasco
y las inmediaciones de Richland
en Washington U.S.A
tras el Cristo.
Por tres ciudades
sigue asaltándome la
Poesía del Columbia Valley.
Boca y lengua me arden
de chiles y jalapeños
y exquisitas comidas griegas
de barato buffette
sin Elena,ni Paris,
ni Héctor;con Patroclo
a quien miro
antes de que enferme o muera.
No los panes con lechón
ni los refrescos aguados y calientes
en la Terminal de Omnibus.
Jehová está en mi cuarto de Hotel.
Oro con él
y mi cama es dura y blanda y santa
y mis almohadas suaves y bien dulces.
Lámparas hay cuatro
y luces muchas
para mis veredas sulamitas
en Clover Island INN.
Mesas y armarios
y gavetas sobran
para mi equipaje de tres días.
Espejos lloran de mi imagen añeja.
Satán en los canales varios se entristece
de no poder tentarme.
El refresco de uvas fuerte y azucarado
y las papas fritas bien saladas
y las galletas marginadas viejas
claman por mejores compañías
en su cautiverio frío.
El microwave y la yelera se sonríen.
Las cortinas cerradas me seducen.
La plancha perdona mi pereza
pues si ya dejo propinas
voy cambiando
y ella tiene esperanzas
para un día.
La cafetera,el secador de pelo
no han ganado ese optimismo.
Las toallas abundantes no me sobran,
ni el agua y los jabones,
ni pierdo la costumbre
de llevarme a casa todo mi botín
por un precio tan alto a mi bolsillo
para alojarme
sin daño de los soles.
Una encuesta en Inglés
frunce su ceño
y el teléfono se muere de la risa
(No el intercomunicador de la beca
y los reportes y las tías).
Ellos me graduaron de abstinencia.
Mañana comienza el gran banquete
del Esclavo,
no las fiestas de las playas prohibidas,
no las Orgías de Miramar o Ceiba,
no las Trochas de Pinar,
ni carnavales de jarros de pico
con cerveza espumosa tras comparsas,
no la tasa del baño
engañando mis sentidos turbios,
no el pecado y la alegría falsa
que ahora yacen en los cestos
de BASURA en mi memoria.
Kennewick,julio 20,2007(12:41 de la madrugada).