Trastoco horarios.
El frío de mi soledad emocional
cala mis huesos casi siempre.
Tratando de ser como él:
mi hijo perdió un diente
en el pellizco del cemento,
mi hija clavó en su frente el aro,
y el esparadrapo sustituyó los puntos,
mi nieto brincó sobre la cama
y se lanzó al espacio,
al sillón -butaca reclinable
de mirar los videos y películas fuertes,
quiso subir por los bejucos
de selva ausente
y convivir con la manada,
y cinco puntos en la zona frontal,
después del baño de sangre
hoy exhibe para consolidar
la diferencia entre red y loca,
después del fuego oculto
a su old home,
después del bello hotel
de la Cruz Roja,
después del accidente de carro
del cáncer de otra abuela,
y después de tener su manzano
y el peral casi al alcance de la boca.
El filo del sillón en la frente de mi hermana,
como el del cuchillo en su pie,
la plancha en el brazo de mi hermano
por cruzar una frontera,
llorar y cantar con la guitarra ausente.
La penitencia, los castigos
Sucios y
desnudos,
con el chivo y el árbol
sobre los hombros arrodillados
y pesados de rabia.
Y el filo de la lata de leche de mi madre,
Y el de Taco Bell en mi cabeza,
Y el de Río Cristal en mi rodilla,
Y el del alambre de púa en el arroyo crecido
de mi brazo.....,
Y el de la carrera en la yegua indomable
en el brazo ya podrido del otro....
Puras cicatrices esenciales,
distintivas, entre las invisibles.