Domingo 11 de julio
Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres (Hech. 5:29).
La actitud de los cristianos hacia la autoridad es distinta de la del mundo. Pero eso no significa que obedezcamos ciegamente todo lo que se nos pide. Hay ocasiones en las que no podemos someternos a la voluntad de quienes tienen autoridad sobre nosotros. Así ocurrió con los cristianos del siglo primero. Por ejemplo, cuando el sumo sacerdote y otros miembros del Sanedrín ordenaron a los apóstoles que dejaran de predicar, estos no los obedecieron. Para ellos era más importante complacer a Dios que a las autoridades humanas (Hech. 5:27-29). Ahora bien, los siervos de Dios no adoptamos esta valerosa postura por terquedad. Tampoco es porque queramos rebelarnos contra el sistema político, como la gente del mundo. La adoptamos porque estamos decididos a someternos a la autoridad de Jehová antes que a la de cualquier ser humano. Cuando la ley humana se opone a la divina, tenemos claro lo que debemos hacer: obedecemos a Dios más bien que a los hombres. w08 15/6 3:3, 5