Imitemos al más grande de los misioneros
“Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.” (1 COR. 11:1.)
EL APÓSTOL Pablo imitó al más grande de los misioneros, Jesucristo. Por eso exhortó a sus hermanos: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11:1). Jesús también exhortó a sus apóstoles a imitarlo. Después de darles una perfecta demostración de humildad lavándoles los pies, dijo: “Les he puesto el modelo, [...] así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo” (Juan 13:12-15). Hoy, de igual modo, los cristianos debemos imitar a Jesús tanto en lo que decimos y hacemos como en las cualidades que manifestamos (1 Ped. 2:21).
2 En el artículo anterior aprendimos que un misionero es aquel que es enviado para evangelizar, es decir, para llevar buenas nuevas a la gente. A este respecto, Pablo hizo una serie de preguntas que nos invitan a la reflexión (léase Romanos 10:11-15). Una de esas preguntas fue: “¿Cómo [...] oirán sin alguien que predique?”. Luego dijo, citando al profeta Isaías: “¡Cuán hermosos son los pies de los que declaran buenas nuevas de cosas buenas!” (Isa. 52:7). Aunque a nosotros no se nos haya enviado como misioneros a un país lejano, podemos tener ese mismo espíritu evangelizador si imitamos el entusiasmo con el que Jesús predicaba las buenas nuevas. El pasado año de servicio, 6.957.854 publicadores del Reino efectuaron “la obra de evangelizador” en 236 países y territorios (2 Tim. 4:5).
“Hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido”
3 Para cumplir su comisión en la Tierra, Jesús “se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo”, dejando atrás su vida en el cielo y la gloriosa posición que ocupaba (Fili. 2:7). Claro está, nada de lo que nosotros hayamos abandonado puede compararse con lo que él dejó. Aun así, podemos imitarlo fielmente si no echamos de menos lo que teníamos en el mundo de Satanás (1 Juan 5:19).
4 En cierta ocasión, el apóstol Pedro le dijo a Jesús: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido” (Mat. 19:27). En efecto, cuando Pedro, Andrés, Santiago y Juan recibieron la invitación de seguirlo, dejaron sus redes sin pensarlo dos veces. Renunciaron al negocio de la pesca e hicieron del ministerio su ocupación principal. Según el Evangelio de Lucas, Pedro dijo: “¡Mira! Nosotros hemos dejado nuestras propias cosas y te hemos seguido” (Luc. 18:28). La mayoría de nosotros no hemos tenido que dejar atrás todas nuestras cosas para seguir a Jesús. Lo que sí tuvimos que hacer fue ‘repudiarnos a nosotros mismos’ para llegar a ser discípulos suyos y siervos devotos de Jehová (Mat. 16:24). Y esto nos ha traído muchas bendiciones (léase Mateo 19:29). Imitar el espíritu evangelizador de Cristo nos llena de satisfacción, sobre todo si contribuimos, aunque solo sea un poco, a que alguien conozca a Dios y a su amado Hijo.
5 Valmir, un brasileño que se dedicaba a la explotación de oro en el centro de Surinam, era alcohólico y llevaba una vida inmoral. Mientras se encontraba en cierta ciudad, los testigos de Jehová le predicaron. Comenzó a estudiar la Biblia con ellos todos los días, efectuó grandes cambios y no tardó en bautizarse. Cuando vio que su trabajo le hacía difícil vivir de acuerdo con su nueva fe, vendió su lucrativo negocio y regresó a Brasil para ayudar a su familia a encontrar tesoros espirituales. Del mismo modo, muchos inmigrantes que aprenden la verdad en países ricos deciden renunciar a su empleo y regresar a su país de origen a fin de dar a conocer sus creencias a familiares y otras personas. Todos estos publicadores del Reino demuestran verdadero espíritu evangelizador.
6 Hay Testigos que se mudan a zonas de su país donde la necesidad de proclamadores del Reino es mayor, y algunos hasta se van a servir al extranjero. Tal vez nosotros no estemos en condiciones de hacerlo, pero de todas formas podemos imitar a Jesús y esforzarnos al máximo en el ministerio.
Jehová nos da la preparación necesaria
7 Tal como Jesús aprovechó la preparación que recibió de su Padre, nosotros podemos aprovechar el programa de educación que Jehová ha instaurado en nuestros días. Jesús mismo dijo: “Está escrito en los Profetas: ‘Y todos ellos serán enseñados por Jehová’” (Juan 6:45; Isa. 54:13). Hoy contamos con escuelas especializadas en preparar a los proclamadores del Reino. Seguramente todos hemos mejorado de una forma u otra gracias a las sesiones semanales de la Escuela del Ministerio Teocrático de nuestra congregación. Los precursores tienen además la oportunidad de asistir a la Escuela del Servicio de Precursor; los más experimentados incluso han tenido el placer de asistir a dicha escuela por segunda vez. Los ancianos y siervos ministeriales pueden ir a la Escuela del Ministerio del Reino a fin de mejorar su enseñanza y la atención que dan a sus hermanos. Y si son solteros, pueden ir también a la Escuela de Entrenamiento Ministerial, que los capacita para apoyar a los publicadores en el ministerio. Además, un gran número de hermanos y hermanas que han recibido asignaciones misionales han pasado por la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower.
8 Muchos Testigos han hecho grandes sacrificios con el fin de asistir a estas escuelas. Por ejemplo, Yugu tuvo que renunciar a su empleo para asistir a la Escuela de Entrenamiento Ministerial en Canadá, pues en la empresa no le dieron permiso para ausentarse. “No me arrepiento —dice Yugu—; de hecho, si me hubieran dado el permiso, habrían esperado que me quedara indefinidamente para pagarles el favor. Pero ahora estoy disponible para cualquier asignación que Jehová me quiera dar.” Como vemos, muchos han estado dispuestos a sacrificar lo que en un tiempo consideraban valioso con el fin de ser capacitados por Dios (Luc. 5:28).
9 La enseñanza basada en la Biblia rinde frutos cuando va acompañada de esfuerzo sincero (2 Tim. 3:16, 17). Tenemos el caso de Saulo, un niño de Guatemala que nació con una discapacidad mental leve. Una de las maestras de Saulo le recomendó a su madre que no lo presionara para que aprendiera a leer, pues solo lograría frustrarlo. Así que Saulo dejó la escuela sin saber leer. Sin embargo, un Testigo le enseñó a leer con la ayuda del folleto Aplícate a la lectura y a la escritura. Con el tiempo, Saulo progresó tanto que empezó a pronunciar discursos en la Escuela del Ministerio Teocrático. Un día, su madre se encontró en la predicación con la anterior maestra de Saulo. Le contó que su hijo había aprendido a leer, y la maestra le pidió que regresara la semana siguiente con él. Cuando Saulo fue a verla, ella le preguntó: “¿Qué me vas a enseñar, Saulo?”. Él empezó a leerle un párrafo del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, y la maestra exclamó: “¡No puedo creer que ahora tú me estés enseñando a mí!”. Con lágrimas en los ojos, le dio un abrazo.
Enseñanza que llega al corazón
10 Jesús basó su enseñanza en lo que había aprendido directamente de Jehová y en lo que decían las Santas Escrituras (Luc. 4:16-21; Juan 8:28). Y nosotros imitamos su ejemplo cuando seguimos su guía y nos basamos en la Palabra de Dios al enseñar. Así, todos hablaremos de lo mismo y tendremos la misma forma de pensar, lo que sin duda fortalecerá nuestra unidad (1 Cor. 1:10). “El esclavo fiel y discreto” suministra publicaciones bíblicas para ayudarnos a impartir la misma enseñanza en todo el mundo y cumplir nuestra comisión de predicar. ¿Verdad que estamos muy agradecidos por ello? (Mat. 24:45; 28:19, 20.) Una de dichas publicaciones es el libro Enseña, editado en 179 idiomas.
11 Estudiar las Escrituras con el libro Enseña puede incluso cambiar la actitud de quienes se oponen a nosotros. Una precursora de Etiopía llamada Lula estaba dando clases bíblicas a una señora cuando una mujer que era familiar de la estudiante irrumpió en el lugar y dijo que ellas no necesitaban aprender esas cosas. Sin perder la calma, Lula trató de razonar con la mujer usando la comparación del dinero falso que aparece en el capítulo 15 del libro Enseña. La mujer se tranquilizó y las dejó continuar. Lo que es más, en la siguiente visita de Lula estuvo presente, pidió su propio estudio y hasta ofreció pagar por él. En poco tiempo ya estaba estudiando tres veces por semana y haciendo grandes progresos.
12 Los jóvenes también pueden ayudar a la gente valiéndose del libro Enseña. En Hawai, un niño de 11 años llamado Keanu lo estaba leyendo en la escuela cuando uno de sus compañeros le preguntó por qué no participaba con los demás niños en las fiestas. Keanu le leyó la respuesta directamente de la sección del apéndice “¿Debemos celebrar las festividades?”. Luego abrió el índice, le preguntó qué tema le llamaba más la atención e inició un estudio. El pasado año de servicio, los testigos de Jehová dirigieron 6.561.426 estudios bíblicos, muchos de ellos con el libro Enseña. Y usted, ¿está usando esta publicación con sus estudiantes?
13 Estudiar la Biblia con el libro Enseña puede ejercer gran influencia en quienes desean agradar a Dios. En Noruega, una pareja de precursores especiales inició un estudio con un matrimonio de Zambia y sus tres hijas. Este matrimonio no quería tener más hijos, de modo que, cuando ella quedó embarazada, ambos decidieron que abortara. Ahora bien, unos días antes de ir al médico estudiaron el capítulo “Vea la vida como la ve Dios”. La foto de un bebé en la matriz de su madre conmovió tanto a la pareja que cambió de parecer. Los dos siguieron progresando, y cuando nació su hijo, le pusieron el nombre del hermano con el que estudiaban.
14 Un rasgo notable de Jesús es que siempre practicaba lo que predicaba. Como los Testigos lo imitamos, nuestra conducta es ejemplar, y así lo reconocen muchas personas. Veamos un ejemplo. A un hombre de negocios de Nueva Zelanda le abrieron el automóvil y le robaron el maletín. El hombre denunció el robo y un policía le dijo: “La única posibilidad de recuperar sus pertenencias es que un testigo de Jehová se las encuentre”. Pues bien, una Testigo que repartía periódicos encontró el maletín. Cuando el dueño, una vez que fue notificado, se presentó en la casa de la hermana, descubrió con alivio que no había desaparecido un documento sumamente importante. La hermana le dijo: “Era mi obligación devolverle sus pertenencias, sobre todo porque soy testigo de Jehová”. El hombre se quedó boquiabierto, pues recordó lo que le habían dicho esa misma mañana. Está claro que los verdaderos discípulos de Jesús imitan a su Maestro viviendo de acuerdo con los principios bíblicos (Heb. 13:18).
Imitemos la actitud de Jesús hacia la gente
15 La actitud de Jesús atraía a las personas a su mensaje. Por ejemplo, su amor y su humildad hacían que los mansos lo buscaran. Él los trataba con compasión y los consolaba con palabras llenas de bondad; a muchos incluso los curó (léase Marcos 2:1-5). Nosotros no podemos efectuar milagros, pero sí podemos mostrar amor, humildad y compasión, cualidades que nos ayudan a atraer a la gente a la verdad.
16 La compasión ayudó a una precursora especial llamada Tariua mientras predicaba en una de las islas más remotas de Kiribati, en el Pacífico sur. Tariua llamó a la casa de un anciano llamado Beere, pero este le dijo que no le interesaba escucharla. Ella notó que el hombre estaba parcialmente paralizado y sintió lástima por él. “¿Alguna vez ha escuchado lo que Dios promete hacer por los enfermos y los ancianos?”, le preguntó. Luego le leyó un pasaje de Isaías (léase Isaías 35:5, 6). Sorprendido, el hombre dijo: “Llevo muchos años leyendo la Biblia y recibiendo la visita de un misionero de mi religión y nunca había leído esto”. Beere empezó a estudiar la Biblia y progresó hasta llegar al bautismo. Aunque en un tiempo estuvo gravemente impedido, ahora tiene a su cargo un grupo aislado y recorre a pie toda la isla predicando las buenas nuevas.
Sigamos imitando a Cristo
17 Tal como lo demuestran vez tras vez las animadoras experiencias del ministerio del campo, podemos ser buenos evangelizadores si cultivamos y manifestamos las mismas cualidades que Jesús. Por eso, imitemos a nuestro Maestro y prediquemos con entusiasmo.
18 Cuando algunos se hicieron discípulos de Jesús en el siglo primero, Pedro preguntó: “¿Qué habrá para nosotros, realmente?”. Jesús le respondió: “Todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá muchas veces más, y heredará la vida eterna” (Mat. 19:27-29). Eso es precisamente lo que recibiremos si continuamos imitando a Jesucristo, el más grande de todos los misioneros.
¿Qué respondería?
• ¿Cómo nos prepara Jehová para ser evangelizadores?
• ¿Por qué es tan efectivo el libro Enseña en el ministerio?
• ¿Cómo podemos imitar la actitud de Jesús hacia la gente?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Por qué debemos imitar a Jesucristo?
2. Aunque no seamos misioneros nombrados por el Cuerpo Gobernante, ¿qué espíritu podemos tener?
3, 4. ¿Qué dejó Jesús en el cielo, y qué hemos de hacer nosotros para ser sus discípulos?
5. ¿Qué deciden hacer muchos inmigrantes cuando aprenden la verdad? Dé un ejemplo.
6. ¿Qué podemos hacer si no nos es posible mudarnos a donde hay mayor necesidad de proclamadores?
7. ¿Con qué escuelas contamos para mejorar nuestra habilidad como proclamadores del Reino?
8. ¿Cuánto valoran algunos hermanos la preparación que da Jehová?
9. Dé un ejemplo que demuestre lo efectiva que es la enseñanza basada en la Biblia cuando va acompañada de esfuerzo sincero.
10. ¿Con qué magnífico instrumento contamos para enseñar las verdades de la Biblia?
11. ¿Cómo venció una hermana de Etiopía la oposición usando el libro Enseña?
12. Dé un ejemplo que demuestre que los jóvenes también pueden enseñar las verdades bíblicas.
13. ¿Hasta qué grado influye el estudio de la Biblia en la gente?
14. Mencione un ejemplo que ilustre los resultados que produce vivir conforme a lo que enseñamos.
15, 16. ¿Cómo podemos atraer a las personas a la verdad?
17, 18. a) ¿Qué tenemos que hacer para ser buenos evangelizadores? b) ¿Qué les espera a quienes se tomen en serio su ministerio?
[Ilustración de la página 17]
Cuando Jesús invitó a Pedro, Andrés, Santiago y Juan a seguirlo, ellos respondieron sin vacilar
[Ilustración de la página 19]
El libro Enseña es una de las publicaciones que nos ayudan a impartir la misma enseñanza en todo el mundo.
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