Sábado 2 de mayo
Las cosas que fueron el objeto de mi cariño estuvieron con los hijos de los hombres (Pro. 8:31).
Algunas personas que acaban de aprender las verdades bíblicas sienten gran amor por Dios. Impulsadas por esta cualidad, hablan sobre Jehová y el Reino con tanta seguridad que logran convencer a muchos para que examinen las Escrituras (Juan 1:41). En efecto, lo que más nos motiva a los cristianos a participar en la obra de hacer discípulos es el amor a Dios. Por consiguiente, mantengamos vivo dicho amor siendo constantes en la lectura y meditación de la Biblia (1 Tim. 4:6, 15; Rev. 2:4). No cabe duda de que el amor a Jehová contribuyó a que Jesucristo enseñara con tanto celo. Pero esa no fue la única razón por la que tuvo tan buenos resultados al predicar el Reino. Jesús siempre se preocupó por la gente y mostró mucho interés en ella. Era tan amoroso y compasivo como su Padre, lo cual atraía a la gente a la adoración del único Dios verdadero. Personas de todo tipo lo escuchaban porque se interesaba de verdad por ellas y por su situación (Luc. 7:36-50; 18:15-17; 19:1-10). w07 15/11 1:5-7
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