Escrito por: Yoani Sanchez en Generación Y ,
Enero,15,2009
Espero en un banco del Parque Central a unas amigas, que ya llevan media hora de retraso. Ha sido un día duro y tengo pocas ganas de conversar con alguien. Un muchacho -que no rebasa los veinte- se me sienta al lado. Habla pésimamente el inglés, pero lo usa para preguntarme de dónde vengo y si comprendo el español. En un primer impulso tengo ganas de decirle que se largue, que no estoy para jineteros a la caza de turistas, pero lo dejo avanzar en su fallida estrategia de seducción.
No sabe que mi pálido pellejo lo he heredado de dos abuelos españoles, pero mi pasaporte es tan azul y nacional como el que tiene él. Si no fuera por su falsa apreciación de que soy extranjera, nunca se me acercaría. No soy un buen partido –eso se ve a la legua- pero él calcula que aunque parezca una forastera pobre, al menos puedo generarle una visa para emigrar. Llega a decirme, estimulado por mi mutismo: “Lady, I love you” y después de semejante declaración de amor, no puedo seguir conteniendo la risa. Le apunto en mi peor slang centrohabanero “No gastes balas conmigo, que soy cubiche”. Se levanta como si lo hubiera picado una bibijagua y se va insultándome. Lo escucho cuando exclama en voz alta “esa flaca parece yuma, pero es de aquí y vale menos que la moneda nacional”. Mi día ha cambiado repentinamente y empiezo a reírme sola en aquel banco, a pocos metros del Martí de mármol que adorna el parque.
La revancha le llega rápido al frustrado Casanova. Una nórdica en bermudas pasa por su lado y él le repite el mismo estribillo que me soltó a mí. Ella sonríe y parece deslumbrada ante su juventud y sus trencitas que terminan en cuentas de colores. Los veo irse juntos, mientras el ágil mancebo le declara su amor, en una lengua de la que apenas conoce una docena de palabras.
133 opiniones »
Espero en un banco del Parque Central a unas amigas, que ya llevan media hora de retraso. Ha sido un día duro y tengo pocas ganas de conversar con alguien. Un muchacho -que no rebasa los veinte- se me sienta al lado. Habla pésimamente el inglés, pero lo usa para preguntarme de dónde vengo y si comprendo el español. En un primer impulso tengo ganas de decirle que se largue, que no estoy para jineteros a la caza de turistas, pero lo dejo avanzar en su fallida estrategia de seducción.
No sabe que mi pálido pellejo lo he heredado de dos abuelos españoles, pero mi pasaporte es tan azul y nacional como el que tiene él. Si no fuera por su falsa apreciación de que soy extranjera, nunca se me acercaría. No soy un buen partido –eso se ve a la legua- pero él calcula que aunque parezca una forastera pobre, al menos puedo generarle una visa para emigrar. Llega a decirme, estimulado por mi mutismo: “Lady, I love you” y después de semejante declaración de amor, no puedo seguir conteniendo la risa. Le apunto en mi peor slang centrohabanero “No gastes balas conmigo, que soy cubiche”. Se levanta como si lo hubiera picado una bibijagua y se va insultándome. Lo escucho cuando exclama en voz alta “esa flaca parece yuma, pero es de aquí y vale menos que la moneda nacional”. Mi día ha cambiado repentinamente y empiezo a reírme sola en aquel banco, a pocos metros del Martí de mármol que adorna el parque.
La revancha le llega rápido al frustrado Casanova. Una nórdica en bermudas pasa por su lado y él le repite el mismo estribillo que me soltó a mí. Ella sonríe y parece deslumbrada ante su juventud y sus trencitas que terminan en cuentas de colores. Los veo irse juntos, mientras el ágil mancebo le declara su amor, en una lengua de la que apenas conoce una docena de palabras.
133 opiniones »
Escrito por: Yoani Sanchez en Generación Y ,
Enero,15,2009
Durante casi un día no funcionó la zona de comentarios de Generación Y. Esta plaza pública ha acumulado un número tan inmenso de opiniones de sus lectores –más de trescientas mil- que la base de datos terminó por colapsar. Deberíamos estar felices por tanto debate logrado en estas páginas y no molestos ante lo que sólo fue una rotura transitoria.
Gracias por ser pacientes y por recordar que en mi condición de “blogger a ciegas” no puedo resolver las dificultades técnicas con tanta premura como me gustaría. También les repito que mis opiniones sólo aparecen publicadas en este blog y en sitios que se han ganado la credibilidad de sus lectores. No soy responsable de cadenas de emails, supuestos textos que circulan en la red u otro tipo de mensajes que no aparezca bajo el alusivo banner de la gaveta roja. Los apócrifos con mi nombre son sólo eso: falsedades.
En lo que se restañaban las grietas de la sacudida técnica, otras bloggers solidarios brindaron su espacio para continuar con la polémica. Especialmente un comentarista apodado Tseo, que ofreció su bitácora para prolongar la discusión en la url http://generaciony.posterous.com
A esta balsa virtual le ha entrado un poco de agua, pero nada que presagie un naufragio.
477 opiniones »
Escrito por: Yoani Sanchez en Generación Y ,
Enero,13,2009
Con motivo del medio siglo de aquel primero de enero de 1959, los cubanos pudimos comprar -a través del sistema de racionamiento- media libra de carne molida. Ese sentido del humor que frecuentemente nos salva de la neurosis no dejó escapar al inesperado manjar y lo bautizó como “el picadillo enviado por Chávez”, en alusión al evidente apuntalamiento económico que llega desde Venezuela.
Un proceso político de la envergadura de una revolución socialista debería aspirar -en su cincuenta aniversario- a resultados más ambiciosos y a fiestas más pomposas, pero no hay mucho para dar. Aunque parezca una frivolidad, para muchos cubanos la venta de esa carne de vaca fue el hecho más importante ocurrido por estos días. Su sabor será el recuerdo que conservarán de un diciembre gris y un enero igual de demacrado, donde ni siquiera hubo promesas de posibles mejorías o reformas.
Con motivo del medio siglo de aquel primero de enero de 1959, los cubanos pudimos comprar -a través del sistema de racionamiento- media libra de carne molida. Ese sentido del humor que frecuentemente nos salva de la neurosis no dejó escapar al inesperado manjar y lo bautizó como “el picadillo enviado por Chávez”, en alusión al evidente apuntalamiento económico que llega desde Venezuela.
Un proceso político de la envergadura de una revolución socialista debería aspirar -en su cincuenta aniversario- a resultados más ambiciosos y a fiestas más pomposas, pero no hay mucho para dar. Aunque parezca una frivolidad, para muchos cubanos la venta de esa carne de vaca fue el hecho más importante ocurrido por estos días. Su sabor será el recuerdo que conservarán de un diciembre gris y un enero igual de demacrado, donde ni siquiera hubo promesas de posibles mejorías o reformas.
No comments:
Post a Comment